Columnas

Temores irracionales

El resultado de la consulta popular realizada en Colombia exactamente hace una semana casi le  pone un tiro de gracia a la posibilidad de la paz.  Es un hecho innegable que el camino a la paz se hace ahora mucho más complicado.   En pocas palabras, los cuatro años anteriores que fueron un esfuerzo para conciliar posiciones entre el Gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), no han producido nada. Y ojo, que  no fue solamente un esfuerzo para conciliar posiciones, fue un juego muy complejo donde el Estado colombiano unilateralmente inicia el acercamiento al grupo guerrillero y acepta las tres condiciones no negociables de los rebeldes: 1) tiempo máximo de prisión 8 años,  pudiendo cumplir la sentencia en formas alternas a la cárcel,  2)  10 escaños en el parlamento asegurados por dos períodos consecutivos y, 3) no estar obligadas -las FARC- a entregar las armas hasta la firma definitiva.

Las tres condiciones aquí mencionadas pueden parecer concesiones demasiado amables por parte del Gobierno colombiano. Pero, en realidad, no son distintas de las condiciones que han recibido otros grupos al margen de la ley en procesos de paz, concretamente, el Ejército Republicano Irlandés (IRA por sus siglas en inglés).   Las concesiones son por lo general muy ambiciosas porque es la única forma de crear los incentivos racionales para discutir la paz ya que se asume que son los Estados los actores más interesados en lograr desarticular los conflictos.   Es decir, la paz es siempre preferible a la guerra, incluyendo una paz imperfecta.  Bajo esa lógica, se entiende que en los procesos de tratados de paz nadie firma o negocia su propia cárcel (solamente los narcotraficantes tienen esa capacidad).

Lo anterior es precisamente, el aspecto menos comprendido por las ciudadanías que por lo general, en razón de dejarse llevar por temores irracionales son incapaces de realizar un ejercicio maduro y congruente de referéndum. Y eso es precisamente lo que ha pasado en el caso colombiano.  Los temores irracionales creados por la campaña negra liderada por Uribe han sabido pegar donde más duele.  Y al mismo tiempo han despertado los demonios más brutales del conservadurismo colombiano.  Fundamentalmente, la idea de que las únicas FARC buenas son las muertas, que no se puede negociar con terroristas, y que en medio del conflicto, la administración de Uribe logró catapultar al país.  Es decir,  la idea de que es preferible vivir con una guerra de por medio.

Procesos tan importantes y determinantes como un tratado de paz no pueden ponerse en manos de la ciudadanía en un referéndum de carácter vinculante.  Esto fue el grave error de la administración Santos.  A la ciudadanía -que por lo general reacciona ante el juego de pan y circo-  son pocos los aspectos que se le pueden consultar pero de facto, ni la política tecnocrática, ni la política exterior ni un proceso de paz puede estar sujeto al escrutinio irracional de las masas.   Considerando también que muy poca gente habrá leído las 297 páginas del acuerdo de Paz entre la FARC y el Estado Colombiano.  Si esta consulta ciudadana no hubiera tenido el carácter de vinculante,  hubiera sido un simple termómetro pero, el Estado hubiese podido continuar en la agenda de la Paz.

En eso de las ciudadanías esquizofrénicas,  le tocará a Guatemala llevar a consulta ciudadana las reformas propuestas al sector justicia,  donde hay aspectos interesantes cómo el pluralismo jurídico.  Veremos cómo las derechas amarrarán el pluralismo jurídico, la teoría de género y el Armagedón para crear terror y evitar su implementación. El rol ciudadano es no dejarse llevar por los temores irracionales de la ideología ciega.

David Martínez-Amador

Becario Fulbright del Departamento de Estado Norteamericano. Politólogo, UMASS-Amherst. Investigador Social en las áreas de Consolidación Democrática, Crimen Organizado Transnacional, e impacto del crimen transnacional en la gobernabilidad democrática. Miembro de la Red de Investigadores Latinoamericanos por la Paz y la Democracia ÍNSUMIISOS´ con sede en Ciudad de México. Profesor universitario y consultor. Ha trabajado en Centroamérica, México, Estados Unidos y Canadá.

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