Editoriales

La migración no se detiene

El fenómeno de la migración es de trascendencia mundial, y  Centroamérica no es la excepción.  Las  guerras internas ocurridas en distintos  países, por ejemplo, han producido que miles de sus habitantes  dejen sus hogares para buscar  un mejor destino, migrando a regiones, países o territorios donde sí les permitan subsistir.

En el caso de Centroamérica, el fenómeno de la violencia empezó con las luchas de grupos con intereses opuestos. En otros casos, por terminar con la tiranía de gobiernos que se perpetuaron en el poder. Poco a poco empezó de esa forma la migración, inicialmente algunos buscaron asilo en otros países, porque eran buscados por su ideología. A nadie escapa la persecución que hubo para muchos guatemaltecos en la década de los ochenta, con los regímenes de turno, que en determinado momento se volvió una cacería.

El fenómeno de la guerra interna en Guatemala provocó el desplazamiento de muchas personas, que si bien no se fueron del país, buscaron otras áreas seguras para escapar. Tristemente, muchas murieron. Al paso de los años, esta cacería contra guatemaltecos con distinta forma de pensar, con distinta ideología, se ha minimizado, la violencia actual se expresa de otras maneras, más de carácter social y, en muchos casos, de tipo delincuencial.

En la actualidad, la gran  mayoría de personas emigran porque buscan subsistir, mejorar, tener dinero para sostener a sus familias. Allí es donde está la falla del  Estado, que no provee de servicios tan esenciales a sus habitantes. Muchas veces, nuestros connacionales se van a otro país a buscar el empleo que aquí no se les provee.  Asimismo, muchas veces se endeudan para poder lograr un mejor nivel de vida. Aunado a esto está la violencia imperante en las comunidades, donde sobresalen la extorsión o los grupos que se adueñan de supuestos territorios y crean zozobra entre sus moradores.

Guatemala no es la excepción a esta problemática regional, donde la pobreza cada vez se acrecienta, no hay fuentes de trabajo, todo lo cual  produce grandes grietas en las familias. Porque, al no haber empleo, no se puede sobrevivir, y mucho menos dar salud y educación al núcleo familiar. El Estado a través de los años ha perdido su razón de ser, y los gobiernos se preocupan en cuestiones que muchas veces no benefician a la población mayoritaria.  Si las personas no tienen el poder adquisitivo para alimentarse, mucho menos tendrán para su salud, y para educarse.

El problema es integral y no solo  basta con  proveer de medicinas a  los hospitales, o de ampliar el número de agentes de las fuerzas de seguridad.  Se necesita que la población acceda a servicios esenciales, como la alimentación, el agua, la energía eléctrica, pero fundamentalmente de una forma de ganarse la vida, a través de empleos. Si los guatemaltecos tuviéramos estas necesidades satisfechas, no ocurriría el numeroso desplazamiento de connacionales hacia otros países.

Redacción

Equipo de redacción