Panorama económico de Guatemala, según el Banco Mundial
En los últimos años, gracias a un manejo macroeconómico prudente, Guatemala ha tenido uno de los mejores desempeños económicos de América Latina, con una tasa de crecimiento por encima del 3 por ciento desde 2012 y que alcanzó el 4.1 por ciento en 2015. Las proyecciones económicas para 2016 son que Guatemala crezca un 3.6 por ciento.
El país centroamericano también ha conseguido avances en estabilidad macroeconómica y en la consolidación democrática luego de una cruenta guerra de 36 años. A partir de la Firma de los Acuerdos de Paz en 1996, ha mejorado, además, su acceso a mercados extranjeros a través de diversos acuerdos comerciales.
Sin embargo, Guatemala, la economía más grande de Centroamérica, se ubica dentro de los países con mayores niveles de desigualdad en Latinoamérica, con altos índices de pobreza -particularmente en zonas rurales y entre poblaciones indígenas- y con algunas de las tasas de desnutrición crónica y de mortalidad materno-infantil más altas en la región.

El estudio Evaluación de la Pobreza en Guatemala del Banco Mundial, señala que el país fue capaz de reducir la pobreza de un 56 al 51 por ciento entre 2000 y 2006. No obstante, cifras oficiales de 2014
indican que la pobreza subió posteriormente a un 59.3%. La situación es particularmente difícil en casi la mitad de los municipios rurales, donde 8 de cada 10 personas son pobres, según los Mapas de Pobreza Rural de 2011.
De acuerdo con la capacidad de recuperación macroeconómica de Guatemala, los próximos años ofrecen la oportunidad para reducir la pobreza mediante un crecimiento económico más alto. Si bien las políticas que favorezcan a los pobres podrían producir mejoras marginales, acelerar el crecimiento será crucial para alcanzar los objetivos sociales a mediano y largo plazo.
Según estimaciones del Banco Mundial, si Guatemala hubiera crecido al 5 por ciento anual de 2014 a 2016 y el crecimiento no viniera a expensas de los pobres, el impacto sobre la pobreza y la equidad sería significativo. La tasa de incidencia de la pobreza se hubiera reducido en un 1 punto porcentual adicional a finales de 2016, lo que permitiría a más de 160 mil personas salir de la pobreza.
La inversión pública es esencial para alcanzar los objetivos de desarrollo de Guatemala. Sin embargo, la falta de recursos persiste en el país, mientras el gobierno recauda el menor porcentaje de ingresos públicos en el mundo en relación con el tamaño de su economía. Impulsar el crecimiento dependerá de reformas continuas para movilizar una mayor inversión privada, al igual que de la movilización de ingresos para financiar inversiones en infraestructura y capital humano que fomenten el crecimiento.

Un desafío cada vez más importante para el país es mejorar los índices de seguridad ciudadana. Elevados niveles de crimen y violencia en el país conllevan costos económicos abrumadores.
Gasto público como estabilizador de economía
El gasto público tiene tres objetivos:
Asignar los recursos necesarios para el cumplimiento de las funciones básicas del Estado (seguridad, justicia, inversión en capital humano nutrición, salud, educación, e.g). Redistribuir los ingresos, a través de programas de inversión social, a la población menos favorecida.
Actuar como el gran estabilizador de la economía, ya sea con políticas expansivas o contractivas, dependiendo del ciclo en el que esté atravesando la economía. En cuanto a este objetivo el gasto público, también se le denomina como política anticíclica.
A lo largo de la historia se ha demostrado que el Estado también puede jugar un importante papel estabilizando el ciclo económico, es decir, enfriando la economía en épocas expansivas y animándola en fases recesivas.

Cuando una economía muestra crecientes niveles de desempleo -como actualmente sucede en Guatemala- con la misma capacidad instalada, algo sucede que no está permitiendo que se optimicen los recursos invertidos. La propuesta a seguir, de acuerdo con la doctrina Keynesiana es aumentar el gasto público para emplear la mano de obra parada y recursos de capital no utilizados.
Por lo tanto, el Gobierno, mediante la política anticíclica o de estabilización, promoverá evitar que el crecimiento económico siga estancado y genere espacios de ingobernabilidad y malestar colectivo.