Columnas

Sin cambio no hay progreso

Por: Erlin Amaya

Aproximadamente el 40% de la población de Guatemala son niños y jóvenes en edad escolar, sin contar los mayores de edad, que también son estudiantes universitarios con quienes ascenderíamos aproximadamente al 70% del total de la población. Por supuesto no todos ellos asisten a la escuela, colegio o universidad, y los que lo hacen, no están aprendiendo realmente lo que necesitan

Visualicemos un salón de clases: Rápidamente pensaremos en un pizarrón, un grupo de escritorios alineados en filas orientadas hacia la pizarra, y una cátedra para el docente. Esta es una imagen, con la cual todos nosotros podemos sentirnos identificados al menos en algún momento de nuestras vidas (si no es que durante toda nuestra época de estudiantes). Es un modelo de salón de clases utilizado desde preprimaria hasta la Universidad y es así en Guatemala, en Estados Unidos, en Colombia, y seguramente en el resto de América Latina y en al menos la mayoría de países del mundo en la mayoría de establecimientos educativos.

El problema es que esta forma de salón de clases se nos hace familiar a todos sin importar nuestra edad, la carrera que hayamos elegido, o el lugar donde hayamos estudiado. Es un modelo de salón de clases que fue implementado hace cientos de años cuando se pretendía que los alumnos tuvieran en las aulas una réplica del mundo laboral al que se afrontarían al egresar como una forma de preparación para el trabajo en las fábricas, lugar donde todos se encuentran alineados en filas con un horario establecido para el almuerzo que se anuncia con un timbre y una calificación de 100 o de A en señal de “producto aprobado”

La diferencia: nuestros alumnos siguen con este modelo de salón de clases en la mayoría de aulas en el mundo, con una metodología de Evaluación estandarizadas  que no aplican normas personalizadas adecuadas a cada uno de los estudiantes según sus aptitudes, intereses y habilidades particulares. Seguimos preparando a nuestros alumnos para el trabajo que dejó de realizarse hace años. Pretendemos que salgan preparados y que obtengan un buen empleo cuando las instituciones y los profesores actuales no  los preparan para esto, sino para lo que antes era necesario.

«De nada sirve tantas reformas educativas sin la esencia del aula y la metodología.»

Los colegios más caros y avanzados de Guatemala y del mundo tienen pantallas digitales,  computadoras, y salones específicos para diferentes asignaturas, hemos avanzado en las herramientas que utilizamos en los salones de clase (en la minoría) pero nuestro sistema educativo a nivel mundial es completamente retrógrado. No dudo que muchos colegios estén utilizando la tecnología en el aula, pero esto no es universal, y más allá de las herramientas que utilicemos, la forma en la que nuestros salones de clase están dispuestos y la metodología de evaluación y de enseñanza sigues siendo estandarizada.

Vivimos en una sociedad cambiante, donde día a día avanzamos en diferentes campos. El teléfono que usamos hoy en día no es el mismo que hace 10 años, y mucho menos igual a los primeros teléfonos utilizados a inicios de 1900.  El automóvil que usamos hoy en día no es nada parecido al primer modelo de automóvil en 1886. Estos, entre muchos otros elementos que podríamos enumerar se encuentran ahora en museos y vitrinas como artículos clásicos e históricos, sin embargo, las aulas escolares y la metodología de evaluación y de enseñanza en los salones de clase es prácticamente la misma desde épocas antiguas.

De nada sirven tantas reformas educativas si la esencia del aula y la metodología de enseñanza y evaluación no han cambiado. Si seguimos evaluando los estudiantes bajo normas estandarizadas establecidas años antes que nada tienen que ver con estilo de vida al que los estudiantes se enfrentan al egresar del colegio o universidad.

De nada sirve querer implementar modelos de inclusión en el aula si el sistema pretende que un maestro enseñe a un grupo de 50 estudiantes de diferentes edades y con diferentes necesidades cada uno y encima cobrando un salario mínimo (o menos que eso).

La educación es la clave del progreso de una nación, ya que si bien solo el 40% de nuestra población hoy en día se encuentra en un aula preparándose académicamente en realidad estos niños y jóvenes representan el 100% de nuestro futuro para el cual casi ninguno está preparado. Hemos aprendido a “adaptarnos” a los cambios en el mundo y a sobrellevarlos lo mejor que podemos. Pero no nos damos cuenta que el cambio realmente lo creamos nosotros.

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