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Año 2017: ¿el peor de nuestra historia?

El año 2017 será excepcionalmente complejo para Guatemala. Tres factores determinantes se conjugarán propiciando una crisis de impresionantes consecuencias. Primer factor: la inviabilidad de un régimen político corrupto que no da para más. Segundo factor: la exacerbación de las demandas sociales potenciadas a su máximo nivel. Tercer factor: la crisis económica apuntalada por motivos internos y externos. Estos tres factores activos pondrán a prueba la sobrevivencia de un modelo nacional (político, económico y social) que de antemano creo, habrá de colapsar.

IlustraciónEl fin de un sistema político corrupto: no nos llamemos a engaño, no hemos avanzado en nada respecto a una verdadera reforma política. Las fuerzas fácticas que procrean y preservan a los mal llamados partidos políticos y a los dirigentes corruptos que los representan, no ceden un milímetro. Con una habilidad impresionante se reciclan, se mimetizan, se adecuan, dando paso a la preservación de su dominio. Desaparecen los partidos Líder y PP, pero nace el FCN, que aglutina a los mismos. El transfuguismo lo alimenta, el oportunismo lo moviliza, las viejas prácticas lo caracterizan. El resto de los mismos, integran un mosaico cómplice, mercancías subastadas al mejor postor. Este sistema político corrupto no podrá enfrentar la exponencial crisis que se nos viene a todos.

 

La exacerbación de las demandas sociales llegará su punto máximo. La clase media ya no existe. Clase en decadencia que visita los centros comerciales pero que no tiene dinero para comprar absolutamente nada. Súmese a ello una mayoría abrumadora de la población que se debate entre la pobreza y la desesperación. Prosiguen los linchamientos como respuesta a un sistema de seguridad y justicia fallido. Se preserva y amplia la sobrevivencia de un sector social marginal pero violento, producto del delito organizado (fundamentalmente mediante extorsiones y el contrabando). Falta un fenómeno que no hemos conocido pero que no dudo, podrá brotar en cualquier momento: el asalto a zonas comerciales y supermercados mediante movilizaciones humanas masivas, sometidas a la miseria que no tendrán ya alternativa alguna para no morir por hambre. No habrá fuerza policial ni militar capaz de contenerlos. Ya no es un escenario apocalíptico es algo inminente. Cuando esto ocurra por primera vez, se inaugurará un nuevo y demoledor flagelo social: la violencia como recurso para conseguir el alimento.

El tercer factor se refiere a la crisis económica apuntalada por motivos internos y externos. Internamente muchas pequeñas y medianas empresas han desaparecido producto de un mercado pobre que no consume, las extorsiones, la falta de crédito racional y no extorsivo, la imposibilidad de enfrentar un régimen fiscal que se torna implacablemente persecutorio y la vigencia de mano de obra muy poco calificada. Las grandes empresas dejaron de crecer, sus ventas en muchos casos decrecieron en relación al año anterior, no hay nuevas inversiones, obligadas a practicar la reducción de costos como única estrategia de sobrevivencia. Internacionalmente el petróleo volverá a subir, el crédito externo se redujo, las exportaciones se están volviendo cada vez menos competitivas. El tiro de gracia sería que el nuevo gobierno de EE. UU. gravara los envíos de remesas con un impuesto directo.

Quisiera estar equivocado en mi diagnóstico por el bien de todos. Pero creo que lo acá expresado ya está sucediendo y que las condiciones desfavorables se agravarán. Nadie sabe qué ocurrirá, lo que muchos sí sabemos y ya no lo negamos, es que no tenemos ninguna estrategia para enfrentar lo que se viene. Pagaremos todos sin excepción por un hecho que se revierte contra todos: haber hecho todo lo posible para no construir un Estado fuerte, con un gobierno eficiente y un sistema de justicia funcional. Avisados estamos.