Columnas

Le doy la razón a Pedro Trujillo

No me sorprendió que el discurso de Iván Velásquez el viernes pasado, haya ido de la mano con la columna de Prensa Libre que Pedro Trujillo me dedicó el 6 de diciembre. Ambos –extranjeros los dos- manifestaron que existe una conspiración contra la CICIG; el primero no me mencionó, pero su queja se da cuando mi querella en su contra por su responsabilidad en la muerte de Pavel Centeno todavía hace ruido; y el segundo sí me aludió de forma directa.

Es ahora que tengo que ser más específico en cuanto a lo que he querido decir cuando he afirmado que existe una persecución penal selectiva por parte de la CICIG. A ver; aplaudo que Otto Pérez Molina esté en la cárcel, y que Roxana Baldetti esté también guardando prisión por supuestos actos de corrupción, pero critico que un grupo corporativo muy poderoso y con los más graves problemas de defraudación fiscal, con el que Pedro Trujillo guarda una relación muy estrecha, siga tan campante, mientras que a otros empresarios se les ha perseguido de manera despiadada.

Si el español Trujillo tiene la necesidad de quedar bien con el colombiano Velásquez, es asunto suyo. Que lo haga, pero no a costillas mías, porque le puede salir caro. A él y a quienes le ordenan; después de todo, fue esa la gente que llevó a Otto Pérez al poder, y cuando en abril de 2015 quisieron lavarse las manos, les fue muy mal. Además, debe recordar que la historia es rica en ejemplos que demuestran de qué manera la embajada abandona a sus aliados cuando deja de necesitarlos. Es un asunto de lógica simple; ¿qué le pasa a Trujillo? ¿No es acaso uno de “los mejores analistas del país”? Hasta José Rubén Zamora -con su cerebro frito a base de licor y cocaína-, lo entiende.

Y volviendo a los lamentos del colombiano, y siempre acerca del tema de la selectividad en la persecución penal, Velásquez se quejó acerca de la velocidad del proceso del antejuicio contra el coronel Edgar Ovalle, cuando sabe muy bien que eso corresponde a un tema relacionado con el enfrentamiento armado interno y no a un asunto de corrupción, y que esa es una de las razones por las que nosotros lo criticamos; por meter las narices en cuestiones que son ajenas a su mandato. Pero como la cabra jala pal monte, Iván Velásquez no puede dejar de lado su agenda ideológica y arremete contra Ovalle, pero no dice ni hace nada ante la pública y enorme estafa que Mario Polanco llevó a cabo contra el Programa Nacional de Resarcimiento. Vaya si no es selectiva la persecución de la CICIG. Como en otras columnas he dicho, para la CICIG aquí hay asesinos buenos y asesinos malos, como hay ladrones buenos, y ladrones malos, y ahora añado: también hay defraudadores buenos, y defraudadores malos.

En algo le doy la razón a Pedro Trujillo, y es en que sí soy visceral y radical, pero solo a la hora de defender mis valores y mis principios; esos no los negocio ni los vendo, ni los pongo a las órdenes de nadie.