La prosperidad se construye desde adentro
La prosperidad (del latín prosperitate) se da (o se suele dar) cuando la calidad de vida en el conjunto de la población no está relacionada necesariamente con el crecimiento económico o la posesión de bienes o insumos, sino con el servicio en una región geográfica y período de tiempo determinados.
Un período de economía floreciente está caracterizado por baja tasa de desempleo, desigualdad económica y social, estabilidad política y social, buena calidad en la asistencia sanitaria, y por una apreciación general positiva por parte de la mayoría de la población en lo que respecta a su propia condición y a la condición imperante en su entorno social.
El hombre nació para obtener abundancia y prosperidad, está dentro de la naturaleza humana. Somos lo que pensamos. Nosotros tenemos la posibilidad de elegir lo que queremos ser, una alternativa es elegir no querer hacer nada.
Desde hace ya mucho tiempo que en Guatemala no se siente ese ambiente de tranquilidad que es tan anhelado por su población en general, la historia reciente, hablando de varias décadas, no ha permitido que los guatemaltecos vivamos en un ambiente de paz y prosperidad, pues no hemos sido capaces de construir ni defender ese estado de paz y concordia.
Hoy día se habla del ya famoso plan para la prosperidad del triángulo norte de Centroamérica, por el cual existen muchos políticos y sectores determinados en lograr alcanzar que dicho plan sea llevado a cabo, sin realizar un análisis profundo de sus implicaciones y repercusiones, creyendo o confiando que el mismo beneficiará a nuestra población, sin considerar que en el fondo lo que persigue es defender el patio trasero de una de las mayores economías del planeta. Y que unido a ello pretende que el mayor aporte lo realice la propia población de los países involucrados.
Si los guatemaltecos no reaccionamos a la realidad que vivimos y pretendemos que desde afuera nos venga la bendición para resolver nuestra situación, no vamos a llegar a ninguna parte, pues somos los habitantes de este bello país los que debemos construir un sistema de pesos y contrapesos que permitan el control eficaz y eficiente del manejo de la cosa pública, generando un estado de certeza jurídica para la inversión tanto nacional como extranjera. Y logrando un verdadero sistema de información pública para la auditoría eficiente del quehacer de nuestros gobernantes, realizando la depuración que sea necesaria para acabar de una vez por todas con la corrupción tan enraizada en nuestro aparato estatal.
Por otro lado, es tiempo que nuestro Estado ejecute un programa de inversión y política contracíclica para activar la economía que durante los últimos 18 meses se ha casi paralizado, permitiendo de esta manera ampliar la base tributaria y ordenar las finanzas públicas que han sido saqueadas por los políticos tradicionales que también hay que depurar.
En Siglo.21 hacemos un llamado a la población guatemalteca para estar atentos al quehacer del aparato estatal, y de los planes extranjeros para no permitir intervenciones que a la larga lo que menos hacen es mejorar nuestra situación, no es con imposiciones como alcanzaremos la prosperidad. Seamos capaces de generar nuestro propio bienestar trabajando con ahínco por alcanzar nuestro propio sueño de libertad, paz y prosperidad.