Columnas

La supervisión y la calidad educativa

Uno de los últimos teóricos de la supervisión educativa en Guatemala fue el insigne pedagogo “Luis Arturo Lemus”. Su obra titulada “Administración, dirección y supervisión de escuelas”, vino a llenar un espacio necesario en la literatura de las ciencias de la educación y una propuesta formal para la reforma educativa del sistema guatemalteco. Su texto venía a complementar otros libros escritos a lo largo de su vida y publicados por la editorial argentina Kapelusz, tales como “Pedagogía. Temas fundamentales”, “Evaluación del rendimiento escolar”, “Planeamiento integral de la educación”. Además de su larga experiencia como maestro y administrador, sus trabajos de investigación fueron respaldados por su formación en la Facultad de Humanidades y en la Universidad de Kansas.

La supervisión educativa en Guatemala también sufrió la debacle educativa durante el conflicto armado. Las ideas de Lemus en cuanto a la necesidad de la descentralización y la relación entre la supervisión educativa con los diferentes sistemas o modelos y sistemas de organización educativa, así como la correlación entre el ejercicio de la dirección con la supervisión y el desarrollo curricular no fueron tomadas en cuenta. A finales de los años setenta y ochenta del siglo XX la supervisión se convirtió en una función que fortaleció los esquemas de la doctrina de la defensa y el debilitamiento de la organización escolar a favor de las aspiraciones de la comunidad y el aprendizaje efectivo de los estudiantes.

La oportunidad que se abrió con la supresión temporal de la supervisión en 1990, la desaprovecharon los gobiernos de Serrano y Arzú. Durante la administración de Arzú se propuso una vía burocrática, preparando el terreno para el control cada vez mayor de los sindicatos de la ya alicaída supervisión educativa con la propuesta de los Coordinadores Técnico Administrativos. Sin una reforma de fondo de la supervisión y la devolución de parte de sus funciones a la comunidad educativa ha resultado muy difícil la promoción de las reformas educativas.

Ante la crisis educativa que sobrellevamos, Manuel de Jesús Minera, maestro, pedagogo formado en Guatemala, Alemania y Brasil, me escribió una carta donde me expone las condiciones que impone el apoyo pedagógico a los maestros y establecimientos educativos mediante un nuevo modelo de supervisión. Para él “Si en realidad se quiere mejorar la calidad educativa, se necesita de una supervisión sistemática, científica y crítica. Parte fundamental de la supervisión es la planificación que incluye los procesos de diagnóstico y pronóstico, y producto de la investigación de los principales problemas que se puedan suscitar en los diferentes contextos educativos. La supervisión educativa debe proveer la mejor asesoría, cooperación y apoyo constante a los miembros de la comunidad educativa, incluyendo en primer lugar a los educandos, educadores, directores, organizaciones de padres de familia e incluso a las autoridades locales. Como parte de la dinámica de una educación descentralizada se deben desarrollar proyectos socioeducativos y culturales que redunden en beneficio de las comunidades”.

No me cabe la menor duda que el sistema de apoyo pedagógico a los centros educativos constituye una prioridad si se desea promover una auténtica reforma educativa. Los procesos de supervisión no pueden quedar como en la actualidad se desarrollan. Gracias al profesional Minera por su misiva y poner el dedo en una de las llagas de nuestro sistema educativo.