Lo necesario

Por: Natalia de Biegler

Es común -esperable, natural quizás, que lo primero que nos pase por la mente cuando nos enteramos de la venida de nuestro bebé, sobre todo cuando somos primerizas, sea todo lo que esa criatura (que mide una quinta parte de nosotras), pueda necesitar.

Las pachas que parecen pechos, los gimnasios extravagantes, el calentador para dichas pachas, los columpios, las aplicaciones para calcular cada segundo de lactancia, los juguetes que prometen hacerlos dignos de la NASA, y todo eso que muchas ya conocemos demasiado bien. Es natural para los mamíferos acondicionar el espacio, “la cueva”, para recibir a nuestras crías lo más cómodamente posible, asegurándonos de su supervivencia. Es así como, desde el embarazo, nuestro instinto de conservación nos impulsa a preparar el terreno para esas criaturitas que nos ocupan no solo el cuerpo, sino la mente la mayor parte del tiempo.

Queremos darles lo mejor. Pero, ¿qué es lo mejor? Para la especie humana, al igual que para algunos primates, el instinto de anidar se acompaña de las claves aprendidas del ambiente, de la imitación de otras madres y de lo que escuchamos que debemos preparar. Originalmente, quienes transmitían esa información eran las mujeres con más experiencia: madres, suegras, abuelas, tías. Hasta hace un par de siglos en nuestro mundo occidental, las niñas crecían rodeadas de embarazos, partos, pospartos y lactancias.

Sin embargo, hoy esa sabiduría femenina parece estar en desventaja con tanta cosa novedosa que aparece en el mercado cada día. Los bebés cada vez “necesitan” más cosas de las cuales ellas cada vez saben menos. Nuestro referente para la crianza es cada vez más el Internet o el médico (que tal vez nunca ha parido un hijo), y cada vez menos el contacto real con otras mujeres en las mismas circunstancias. Hoy día, más que jamás en la historia, tenemos a nuestra disposición más artefactos, aplicaciones y objetos que prometen facilitarnos la vida. Pero me atrevo a decir también que hoy las mamás primerizas estamos menos preparadas y más solas que nunca.

Claro, nos preparamos tachando una lista gigante de las cosas que “necesitamos” antes de que llegue el bebé, pero olvidamos lo más importante de preparar, que somos nosotras mismas. Afortunadamente, poco a poco y cada vez más en Guatemala, se retoma la idea de la maternidad acompañada a través de doulas, grupos de mujeres que deciden compartir sus experiencias. Tengo la certeza de que un mundo mejor no se construye sobre objetos sofisticados, sino sobre relaciones humanas, siendo la maternidad la primera y quizás la más íntima de todas.

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