Columnas

Las causas del enfrentamiento armado

Se afirma reiteradamente que los problemas estructurales del país, particularmente la desigualdad, la concentración en la propiedad de la tierra cultivable y la pobreza, herencia de una sociedad colonial fundamentada en la explotación de la mano de obra campesina -particularmente indígenaprolongada con el modelo liberal oligárquico a lo largo de casi toda nuestra vida republicana, se encuentran entre las causas del surgimiento de la guerrilla y del enfrentamiento armado que afectó a Guatemala desde los años 60. También se aduce el contexto de la Guerra Fría, que arrastró a nuestro país a la vorágine de sangre y terror, y la influencia de la Doctrina de la Seguridad Nacional formulada por el gobierno de Estados Unidos y adoptada por la mayoría de ejércitos de América Latina.

Las condiciones de pobreza, explotación, exclusión y desigualdad que han imperado en Guatemala son indudablemente un caldo de cultivo propicio para el descontento social y el conflicto, pero no explican por sí solas el alzamiento guerrillero de 1962, cuando el Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT) opta por la lucha armada y establece una alianza con oficiales del Ejército que formaron el Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre (MR-13), de la cual surgen las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR). En el primer tomo del Informe de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH) se reconoce que la revolución cubana ejerció una influencia determinante en los primeros esfuerzos de lucha guerrillera, pero no profundiza en el tema. Solo parece un dato suelto. Considero que dicha influencia no se redujo a esos primeros esfuerzos. Fue el factor desencadenante de la guerra revolucionaria popular (inspirada en la tesis maoísta de la guerra popular prolongada) que llevaría al triunfo de la revolución y la implantación del socialismo, a partir de la instalación de uno o varios focos guerrilleros que acelerarían las condiciones subjetivas.

Esas circunstancias, de acuerdo con un clásico postulado del marxismo-leninismo, permitirían aprovechar las condiciones objetivas para la revolución existentes en toda sociedad donde impera la explotación capitalista. La euforia provocada por el triunfo de los guerrilleros de la Sierra Maestra llevó a muchos jóvenes comunistas y de extrema izquierda latinoamericana a la convicción de que la vía rápida para la revolución era la tesis del “foco” guerrillero, sustentada en los escritos de Regis Debray y el Che Guevara. Recuerdo que, a principios de la década de los 70, entre el los militantes juveniles de la extrema izquierda era común la frase “el camino de la revolución no pasa por las urnas”. Convicción fortalecida por el derrocamiento de Salvador Allende en 1973 en Chile (la vía democrática quedaba cerrada) y el triunfo sandinista de 1979 en Nicaragua (la lucha armada era el camino), exacerbando el izquierdismo, que el mismo Lenin denominó la enfermedad infantil del comunismo.

José Manuel Fortuny, primer secretario del PGT, en sus memorias Fortuny: un comunista guatemalteco (1994: 312), cuenta que cuando, a mediados de la década del 60, señalaba a la dirigencia del partido que la lucha armada no tenía futuro, que estaban metidos en una “línea aventurera” algunos le daban la razón, pero le decían que si declinaban todos los jóvenes abandonarían el partido, de todas maneras continuarían en la insurgencia y Cuba los seguiría apoyando. Es cierto que el sistema político guatemalteco excluía a quienes profesaban ideas comunistas. Las constituciones de 1956 y 1965 (Artículo 27) prohibían la existencia de partidos o entidades de ideología comunista.

Pero, debido al influjo cubano, surgieron guerrillas en países donde las condiciones sociales y económicas no llegaban al extremo de Guatemala, funcionaba la democracia liberal e incluso existían el partido comunista tenía reconocimiento legal. Así tenemos los casos de la guerrilla de Douglas Bravo en Venezuela, gobernada por Rómulo Betancourth, tanto o más progresista de lo que fue el doctor Arévalo en Guatemala. O los Tupamaros en Uruguay – contra la democracia social más avanzada de América Latina- y la peruanade Luis de la Puente Uceda, contra el gobierno democrático de Fernando Belaúnde Terry (continuaremos).