Columnas

Esconder información es corrupción

GuilleCon caminata populista de la Casa presidencial al Congreso incluida, el Presidente Jimmy Morales presentó su primer Informe de gobierno. Con palabras ampulosas y énfasis en supuestos éxitos y maravillosos logros siguió las formas y los ritos de la vieja política, por lo que parece, en Guatemala no tiene por ahora fecha de caducidad. El Presidente cumplió a cabalidad con su campaña autolaudatoria: él es el “Mesías” que con supuesta humildad muestra a todos y ante toda su soberbia personal. Él es a quien todos deben aplaudir y aclamar porque es él quien quita y pone presidentes del Congreso, otorga contratos y beneficios, todo a cambio que se le adule, obedezca y no se le hagan preguntas sobre transparencia.

En su vanidoso informe no hubo espacio para datos concretos sobre el uso transparente y eficiente de los recursos. Nada tampoco sobre la contratación de amigos y parientes, porque no hay en el actual gobierno el más mínimo interés por hacer de la función pública una actividad profesional en la que no quepan ni el amiguismo ni las clientelas. En el Congreso, Mario Taracena hizo todo lo posible por erradicar esa lacra, pero en lugar de ganar en el jefe del Ejecutivo un aliado para transparentar todos los procesos de contratación, no solo le puso zancadillas sino, como sucedió en el Ministerio de Educación, se eliminaron los mínimos controles que impedían en algo la venta y administración política de las plazas.

«Si algunos medios de comunicación donaron espacio para el autoelogio, como sucedió con los hoteleros y dueños de helicópteros.»

Nada de transparencia, tampoco, en las contrataciones en los ministerios de Salud, Comunicaciones y Economía. En todos los sectores del gobierno seguirán contratando a los amigos, aliados y, claro, favoreciendo en las compras a pasados o posibles financistas. Si algunos medios de comunicación “donaron” espacio para el autoelogio, como sucedió con los hoteleros y dueños de helicópteros, el “Mesías” de la política quiere que le creamos que todo es por su linda cara y no porque atrás de los supuestos regalos hay compromisos políticos y económicos.

Los “faferos” a quienes agriamente amenazó en su momento son, por lo que parece, los periodistas de a pie y no los dueños de los medios, pues con ellos se arreglan las cosas de otro modo, al grado que sin rubor ni preocupación acepta sus donativos, arreglados, como todos sus negocios, en la más opaca de las ambigüedades. La grandilocuencia del primer informe hace pensar que en el siguiente Morales deberá decirnos que vivimos en el país de Nunca Jamás, pues lo supuestamente logrado en tan solo doce meses es tanto que superarse a sí mismo sería humanamente imposible.

Pero resulta que la tasa de cobertura escolar en primaria y secundaria sigue decayendo, así como la incapacidad del sistema de salud para atender a amplios sectores de la población en el nivel primario. Los embarazos infantiles y la violencia contra la mujer continúan creciendo, y si los homicidios bajaron, las extorsiones a los pequeños comerciantes continúan en alza a pesar de algunas capturas.

Morales habló de remedios “caseros” pero ineficientes, no propuso cambios sustantivos al modelo de gestión, mucho menos estableció metas que permitan pensar que ese país de las maravillas que él quiere que imaginemos se pueda hacer realidad. Decir sin datos duros que en 17 departamentos los niños asistieron a clases durante 180 días no dice nada sobre la calidad de la educación, mucho menos si, insistimos, año con año es menor la proporción de niños que asisten a clases.

Pero con toda esa espuma, queda aún sin explicar cuánto recibió su partido para la campaña del segundo turno electoral, así como en qué se gastaron esos recursos. Causa pavor saber que siendo FCN el partido donde cohabita lo más oscuro de la vieja oficialidad militar, el desaparecimiento de la contadora Ana Gloria Pérez aún no se esclarezca.

Si según el TSE renunció a su función desde octubre del año pasado y los dirigentes del partido no tienen al día sus informes, usar su ausencia como escudo mueve a sospechar de corrupción. En la vieja política, que en Guatemala aún pervive, los dirigentes se apropian de supuestas sobras de campaña y, por lo sabido del PP, todo termina en las cuentas de los secretarios generales y sus allegados. Solo con estricta transparencia y efectiva humildad Jimmy Morales podrá demostrar, y no solo decir, que él y los suyos no son corruptos.