Columnas

Cuando me amé de verdad

Licda. Claudia Massis

Cual disco de feria de pueblo hemos escuchado una y otra vez eso de amarnos, valorarnos, poner límites, darnos nuestro lugar y otras frases bonitas que pretenden levantar el ánimo, pero que ya ni cosquillas nos hacen. Sin embargo, en alguna época de nuestra vida nos enfrentamos con una tormenta interna que nos hace buscar un cambio, pues luego de haber vivido ciertas situaciones deseamos con vehemencia esa transformación que nos haga sentirnos plenos. Es más allá que solo existir y cumplir con las presiones que a diario nos dicen: debes ganar más dinero, tus hijos no pueden verte llorar, jamás deberás equivocarte, vive en función de los demás y otras ideas que nos alejan de ser nosotros mismos a tal punto de olvidarnos de por qué estamos aquí.

En ese contexto comparto algunas frases del poema “Cuando me amé de verdad”, de Charles Chaplin, las cuales son lecciones de vida que sin importar a qué nos dediquemos, si tenemos un carro del año y si hasta el momento hemos sido o no felices, seguro nos serán como regalos para el alma. “Cuando me amé de verdad comprendí que en cualquier circunstancia, yo estaba en el lugar correcto, en la hora correcta y en el momento exacto y entonces pude relajarme. Hoy sé que eso tiene un nombre: Autoestima. Cuando me amé de verdad, dejé de desear que mi vida fuera diferente y comencé a ver todo lo que acontece y que contribuye a mi crecimiento. Hoy eso se llama: Madurez.

Cuando me amé de verdad, comencé a percibir como es ofensivo tratar de forzar alguna situación, o persona, solo para realizar aquello que deseo, aun sabiendo que no es el momento o la persona no está preparada, inclusive yo mismo. Hoy sé que el nombre de eso es: Respeto. Cuando me amé de verdad, comencé a librarme de todo lo que no fuese saludable, personas, situaciones, todo y cualquier cosa que me empujara hacia abajo. De inicio mi razón llamó a esa actitud egoísmo. Hoy se llama: Amor propio.

Cuando me amé de verdad, desistí de querer tener siempre la razón y con eso, erré menos veces. Hoy descubrí que eso es: Humildad. Cuando me amé de verdad, desistí de quedar reviviendo el pasado y preocuparme por el futuro. Ahora me mantengo en el presente, que es donde la vida acontece. Hoy vivo un día a la vez y eso se llama: Plenitud”.

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