Preservar manufactura y empleos
Seguimos el tema de la intencionalidad de políticos noveles, en recuperar puestos en la industria estadounidense. Razonábamos sobre el peso de los cambios inducidos por el avance tecnológico.
Cambios iniciados hace más de cuatro décadas, simultáneos a la entrada en los mercados mundiales de los “tigres” asiáticos, Taiwán, Corea Sur, Hong Kong, Singapur, más Japón y luego Vietnam. Interesantes resultan párrafos de la Revista Time, (16, X, 1978): “El público comienza apenas a darse cuenta de que está en proceso una alteración radical en las viejas pautas industriales de Europa. Esta transformación tiene un cruel impacto en decenas de miles de obreros de regiones agobiadas que dependen de una sola industria, desde el sur de Italia hasta Suecia” , la crisis en las industrias del acero, textiles y construcción naval, tomadas por los asiáticos que mejoraban los procesos en eficiencia y en costos, sobre todo de mano de obra.
El ministro alemán de finanzas, Hans Matthofer, lo remataba: “En este país los salarios son altos, como lo es también el costo de la seguridad social. Jamás volveremos a ser grandes productores de acero, de textiles o de barcos”.
La meta realista es detener la pérdida de más puestos de trabajo
El pasado 23 de enero, la editorial del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), entrevistó al autor de varios libros notables publicados por la misma, sobre energía, ambiente y población: Vaclav Smil, Profesor emérito de la Universidad de Manitoba, Canadá, un favorito en las lecturas de Bill Gates. El tema obligado, las pretensiones de Trump en devolver trabajos a la industria manufacturera de Estados Unidos.
Preguntado si considera atinadas esas pretensiones, respondió que “No es nada simple tratar sobre estos asuntos… recrear del todo (o casi del todo) industrias que se perdieron frente a las importaciones – vestimenta, textiles, calzado, electrónicos, electrodomésticos, amueblados, bienes deportivos… tomaría décadas y enormes inversiones en fábricas actualizadas. La meta realista es detener la pérdida de más puestos de trabajo, a través de la modernización de las instalaciones existentes y concentrarse en productos que encontrarán clientes no solo en los mercados domésticos sino capaces de competir globalmente. Aun en la cúspide de su potencia manufacturera, Estados Unidos fue un exportador débil, en términos de participación en el PDB del país, comparado con muchos países de Europa y Asia.
Sobre medidas para preservar el sector manufacturero y la pérdida de empleos, sugiere “no propagar más la noción de que un grado universitario es el único camino a una buena vida. Entrenar gente joven en programas de extensión, de manera que en pocos años emerjan preparados los aprendices, como una nueva, educada y flexible fuerza laboral -al igual que lo hacen Mercedes y Siemens; el por qué Alemania tiene una de las más bajas tasas de desempleo entre la gente joven. El subsidio de tales programas tiene mucho más sentido que la construcción de gigantescos almacenes para la venta de más importaciones chinas”.