¿Fin de la globalización?
Con la salida del Reino Unido de la Unión Europea y las drásticas medidas proteccionistas que el nuevo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, está imponiendo alrededor del mundo, está merodeando la pregunta si estamos al borde de abortar el proceso globalizador. Nuestra apuesta es que no, lo que sucede es un proceso de reajuste en las reglas del juego del comercio y de la inversión.
Desde nuestra perspectiva, lo que se está evidenciando es que el modelo globalizador no fue acompañado con las acciones que evitarán las bajas que ha generado, concretamente la pérdida de fuentes de empleo y de trabajo. Claro que la apertura de fronteras comerciales ha indiscutiblemente beneficiado a los consumidores y a un incremento en el consumo. Pero la globalización por sí misma no genera más empleo, en todo caso traslada potenciales fuentes de empleo de un país a otro con mayores ventajas comparativas, pero ¿Qué se ha hecho para compensar esa pérdida de fuentes de trabajo locales? ¿Atrayendo más la inversión? ¿Diversificando los mercados de exportación? ¿Innovando los procesos de fabricación?
Tal como rápidamente lo mencionara en conferencia de prensa la primera ministra del Reino Unido, Theresa May, junto con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, hace pocos días, “nos une nuestra preocupación por la clase trabajadora”. El mundo está en crisis porque la oferta de empleos está por debajo de la demanda, y si no se toman acciones prontas en materia de competitividad e innovación, habrá países que gradualmente quedarán fuera del mercado global. ¿Y Guatemala cómo anda en este supra proceso de ajuste de reglas mundiales? Es evidente que seguimos dejando en un segundo plano la agenda de competitividad, que desde hace varias administraciones se viene trabajando en consenso Estado-sector productivo. A este paso ya estamos entre los países más relegados en materia de competitividad, lo cual nos pone en una posición muy peligrosa en lo que a generación de empleo se trata.
No solo nuestra infraestructura pública sigue en decadencia, sino la menor ejecución presupuestaria del presente gobierno la presenta -según la ejecución presupuestaria del Estado de 2016- el Ministerio de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda con una ejecución del 56.9% de su presupuesto al 31 de diciembre. Tenemos un tipo de cambio sobrevaluado que ha encarecido nuestras exportaciones. Tenemos un régimen fiscal que no cuenta con reglas claras, más bien el sector empresarial lo está interpretando como una ofensiva de corte ideológico y de terrorismo fiscal.
El combate a la corrupción, dirigido desde el MP, la CICIG y la Embajada de los Estados Unidos, sigue siendo de forma selectiva, que violenta además el debido proceso y con una evidente intromisión en los procesos políticos internos que corresponden exclusivamente a los guatemaltecos. Y por último, si realmente deseamos ser un país competitivo en medio de este reajuste de reglas mundiales, nos urge un ESTADO FACILITADOR; que no nos eleve el costo de gestión de los ciudadanos y los empresarios; no más trámites; no más colas; no más maltrato al ciudadano que paga el salario de los funcionarios públicos; no más burocracia.