Columnas

¿Dignificación de la política?

Guille¿Cuál es el origen de la crisis que hoy afecta nuestras instituciones políticas? Interesantes respuestas hallé en las reflexiones del periodista uruguayo Esteban Valenti  (Dignificar la política, Bitácora, 31.01.2017), de las cuales comparto las que siguen.  Como premisa inicial citade J.F.Kennedy este pensamiento: «Un hombre debe hacer aquello que su deber le dicta, cualesquiera que sean las consecuencias personales, cualesquiera que sean los obstáculos, el peligro o la presión. Esta es la base de toda la moralidad humana».

Destaca que, para nuestra época:“la crisis creciente de la relación entre la gente y la política, es decir una crisis que afecta las bases de la democracia” y que en la historia de la Humanidad, hasta llegar a la extrema complejidad de las sociedades modernas, “el cambio más revolucionario fue la democracia y su evolución y sobre todo la célula base de la democracia, el ciudadano. Sin ciudadanos no hay democracia y la crisis entre la política y los ciudadanos está en la base de los procesos que hoy explotan en el mundo” sin desconocer que fenómenos tales como el Brexit, las ultraderechaseuropeas, populismos aberrantes y los nacionalismos extremos “son parte de esa crisis que no es solo de participación, sino que es mucho más profunda, es de valores, de principios democráticos”.

«Esa tesis de la inexorable degradación del poder hacia la inmoralidad.»

De la América Latina afirma que la mayor amenaza a la democracia es hoy el crimen organizado, las grandes organizaciones del narcotráfico, de tráfico de personas y armas y aclara que nuestro continente “con otro tipo de manifestaciones vive su propia crisis de la política y por lo tanto de la democracia”. “Un hilo constante que puede encontrarse en casi todos los casos es la corrupción, la sensación creciente en los ciudadanos de que el uso y abuso del poder por los políticos tradicionales y, una cada día más débil relación con la moral pública, con la decencia, con la transparencia. La corrupción es sin duda la peor enfermedad de la democracia actual.

Es una realidad y una imagen proyectada que además proviene de los más diversos países y engrosa un caudal de desconfianza de la gente hacia los políticos en todo el mundo.” Aspecto concomitante es la opinión de que los políticos privilegian sus propios intereses, su continuidad y sus aspiraciones a los intereses generales. “Una suerte de corrupción de los valores primeros y básicos de la política democrática”. Y esa doble visión crítica de amplios sectores sociales sobre la política abarca a todo el espectro de partidos”, incluida la izquierda “que hizo de la moralidad pública siempre una de sus principales banderas”. “Esa tesis de la inexorable degradación del poder hacia la inmoralidad, la ilegalidad y la corrupción es un retroceso de nuestra civilización, de nuestra época y abre las puertas a las peores cosas y a desbarranques muy dolorosos.  Pero desconocer ese sentimiento muy extendido y creciente y las reacciones previsibles de los ciudadanos es un suicidio para la política democrática.” “La tarea más importante […] hoy en el mundo […] es dignificar la política, reconstruir virtuosamente las relaciones entre la gente y la política, los partidos, las instituciones”.