La distancia genera perspectiva
Somos pocas las personas que hemos tenido el privilegio de vivir, trabajar o estudiar fuera de nuestro país de origen por algún tiempo. Tal vez por eso mismo esté sobrevalorado en algunos lugares y menospreciado en otros la riqueza cultural y el valor agregado que puede aportarle a alguna persona el desarrollarse en un ámbito cultural, social, económica y políticamente diferente al que está acostumbrado. Vivir en otro país, fuera de todo lo común o conocido, es una experiencia que recomiendo abiertamente a todas las personas. Te cambia la vida, te brinda perspectiva, te proporciona entendimiento multicultural, tolerancia, paciencia, y desarrolla en uno un cierto amor y nostalgia por lo familiar pero, al mismo tiempo, un deseo inexplicable de seguir explorando territorios desconocidos. Es un encuentro personal que surge a raíz de no conocer a nadie más y de verse en la necesidad de entablar nuevas relaciones con todos para generar un ambiente familiar y de confianza, como el que hemos dejado atrás.
«Conocer otras realidades nos abre los ojos hacia nuestras propias realidades.»
Pero o necesariamente debemos salir del país para tener un encuentro personal con nosotros, o aún mejor con nuestra realidad como sociedad. Guatemala es un país de los más ricos del mundo en su diversidad cultural, en plurilingüismo, en variedad de climas, suelos y, por supuesto, realidades económicas y sociales. Por ende, debería ser tarea de cada guatemalteco conocer la realidad de la diversidad de nuestro propio país, antes de explorar tierras foráneas. Respetar, entender, y contribuir a preservar la riqueza que constituye dicha diversidad y no a acabarla por menospreciarla. Salirnos por un tiempo de nuestra burbuja cotidiana y trasladarnos por algo más de unas horas o un fin de semana a conocer la realidad en la que viven otras personas. Debería ser obligatorio en cada colegio y/o universidad, que los alumnos convivan fuera de su entorno, pero no en un intercambio en Europa, sino un par de semanas/meses con las personas que no están a tantas millas de distancia y que comparten la misma nacionalidad y el mismo territorio, pero no los mismos privilegios económicos o sociales.
La riqueza y el entendimiento multicultural que puede aportar vivir fuera de Guatemala puede ser increíble y de gran utilidad para la carrera académica y laboral de quien lo vive. Pero la experiencia de sumergirse en nuestra realidad nacional y entender las necesidades de los más necesitados debe ser una obligación moral, algo que nos dé una nueva perspectiva de las cosas, algo que nos permita entender el problema para crear una solución y no opinar desde nuestra burbuja externa, como hasta ahora estamos acostumbrados. Conocer otras realidades nos abre los ojos hacia nuestras propias realidades, explorar otros mundos genera perspectiva, aun cuando no sean mundos en los que tengamos que traspasar fronteras. Y, por supuesto, una vez que hayamos recorrido y entendido la realidad de nuestro bello país, que aún puede ser rescatado, no nos privemos ni a nosotros ni a nuestros hijos de salir a explorar otras tierras. Existen miles de oportunidades que podemos buscar, aprovechar, salir y tomarlas. Es una experiencia que agradeceremos el resto de nuestras vidas, más aún si al volver a nuestra tierra, o aún desde la distancia, utilizamos lo que hemos vivido o aprendido para replicarlo en otras vidas y para impactar positivamente en los demás.