Son gatos
La lapidaria derrota de la planilla de la extrema izquierda en las elecciones del Colegio de Abogados y Notarios de Guatemala (CANG), le suma una mancha al tigre de los socialistas, que resulta perdedor cada vez que participa en una elección democrática. Esto evidencia, una vez más, que no se trata de un tigre, sino de un gato que maúlla fuerte, y que solo proyecta una larga sombra, con la que algunos imberbes se asustan.
Y como el que no da resultados da explicaciones, la izquierda con su caja de resonancia en la prensa acudió, como siempre, a los argumentos más absurdos para justificar su derrota: que porque un candidato regaló chicharrones o porque el otro llevó bellas edecanes. De esa forma, le falta el respeto a los profesionales agrupados en el CANG, al tratarlos como acarreados, y no como profesionales capaces de meditar de forma acertada su voto. Además de insultarlos, según se ha vuelto costumbre, al etiquetarlos como cómplices del crimen organizado.
Independientemente de cuál sea el resultado en la segunda vuelta, una enorme mayoría de los colegiados en el CANG le dio la espalda a la planilla encabezada por Alejandro Balsells, lo que tiene un significado de mucha trascendencia que hay que leer entre líneas, ya que demuestra, entre otras cosas, que sus colegas no pasaron por alto que la Fiscal General Thelma Aldana afirmó ante la prensa que Balsells es el responsable del texto de las pretendidas reformas a la Constitución, que no son más que un atentado con un claro sesgo socialista contra las libertades garantizadas en nuestra Carta Magna.
Es posible que mañana se discuta en el Congreso las modificaciones a la Constitución, y se palpa en el ambiente la inercia de la presión que ejerció el embajador Todd Robinson en el Legislativo, desde el año pasado a favor de las reformas a través del colombiano Iván Velásquez. Los diputados deben comprender que ya no tiene sentido aprobarlas, porque la correlación de fuerzas en el Departamento de Estado cambiaron radicalmente, y la izquierda en Guatemala hoy, con la CICIG incluida, tiene mucha menos fuerza de facto que la que aparenta tener, debido a la colección de enormes abusos que ha cometido en donde ha podido meter las manos; con el asesinato impune y olvidado de Pavel Centeno y la persecución penal selectiva incluidos, por supuesto.
Esta semana se pinta ajetreada, ya que a lo anterior debemos sumarle la elección del nuevo presidente de la Corte Suprema de Justicia, a consecuencia del derrocamiento de Silvia Valdés por medio de un golpe de Estado, escondido en la figura de una resolución ilegal de la Corte de Constitucionalidad, que nació de un amparo interpuesto por Helen Mack, quien como persona particular tiene el derecho constitucional de pedir lo que quiera, pero el problema estriba precisamente en que la CC, de un tiempo acá, hace lo que a Mack se le antoja.
Prueba de ello es que dieron con lugar el referido amparo, sin que a la amparista le acuda el derecho de interponer una acción en razón de lo que se conoce como “intereses colectivos” o “difusos”. Dicha acción, en todo caso, tuvo que haber sido interpuesta por el Ministerio Público, ya que así lo manda la ley. Es obvio el interés de la mafia de los derechos humanos, por alinear a la fuerza los astros, para cuando se trate de impugnar en la CSJ y la CC el pago inconstitucional de muchos millones de quetzales en concepto de resarcimientos, en relación al enfrentamiento armado interno, además de allanar el camino a acciones legales que agreden la inversión y el desarrollo. Guatemala pasa por una seria crisis política y social, que derivó en una crisis económica desde hace más de año y medio que amenaza con agravarse, y a la que debe ponerse punto ya, a pesar de los socialistas Gucci que aplauden desde Casa y Campo, viendo cómo el país se cae a pedazos.