Columnas

Automatización triplica la relación costo-volúmenes producidos

La industria manufacturera, en los países del llamado primer mundo, ejerce hoy un poderoso atractivo, tanto sobre los políticos como sobre quienes formulan las políticas sectoriales,. El tema es central, para lo que ellos añoran prioritariamente para sus países: “traer de vuelta a casa, puestos de trabajo fugado al extranjero tiempos ha”. Esto obedece, según ellos, a que el empleo manufacturero significó buenas ocupaciones, proveedoras de salarios decentes y seguros, particularmente a hombres de modestas habilidades, quienes así podrían incluso, mantener empleos de por vida.

Se lamentan dichos empleos, hoy día mucho más escasos y, por tanto, las gentes que los sufren son quienes luego miran hacia los políticos, a favor o en contra de estos, según lo que ofrezcan…que ofrezcan… “De ahí la promesa de Donald Trump de crear millones de puestos manufactureros, de ahí la visión expresada por George Osborne, ministro de Finanzas británico (de 2010 a 2016), de una Gran Bretaña llevada hacia arriba por “la marcha de los laborantes productores”, o sea, lo central de fabricar cosas según “la todo inclusiva estrategia industrial” adelantada por la actual primera ministra, Theresa May. De ahí también, el llamado de la Unión Europea hacia una “revolución industrial europea” y también la necesidad de hacer que las cosas sean “hechas en Francia”, identificada así por la lideresa Marine le Pen del Frente Nacional francés. (Adaptado de The Economist, enero 16, 2017) Pero el problema de tal retórica es (que debe repetirse tantas veces) que la manufactura realmente no se ha ido a otra parte.

Pero que tampoco se ha quedado inmóvil y que al contrario, ha sufrido cambios profundos en casi todo su esquema estructural y operativo, de manera que al entender de qué se trata todo el cambio, también interpretando la forma como se construyen ahora las estadísticas en casi todo país industrial, vemos que las mismas desestiman la buena salud de la industria, a la vez que insinúan la declinación del sector. Y sin embargo, todo resulta en que de cualquier manera, los políticos se enredan aun más. (op. cit, ibíd.)

La cruda realidad, está donde salta la lógica de la racionalidad contemporánea: que las innovaciones detrás de la persistente, aunque solapada, fortaleza del sector de la industria moderna, hace que haya cambiado la naturaleza, números y localización de los empleos que se ofrecen; de hecho, hay buena cantidad de ofertas de trabajo, pero lo que constituía los buenos trabajos para los menos habilitados, ya nunca volverá. Y es que en cuanto a la naturaleza ya transformada en la relación empleos/ innovaciones productivas, resalta lo que mucho inquieta a los políticos: que los procesos industriales actualizados, ya no son tanto manufactureros cuanto que exportadores, cuya competitividad, incrementada gracias a la automatización que triplica la relación productiva de costo versus volúmenes producidos, les permite operar en los mercados globalizados. Precisa y propiamente, el porqué de la globalización hoy en transformación pero no en extinción, como quisieran los políticos trasnochados.

Otto Rinze de León

Consultor en energía, ambiente y población. A lo largo de su carrera profesional, ha ocupado distintas posiciones de gestión y dirección, en la iniciativa privada, instituciones de gobierno y proyectos de la cooperación internacional. Correo: ottorinze@gmail.com