Feministas pro maternidad
Recientemente en Francia (CNN, 24. ene. 2017), destacó un artículo de Erika Bachiochi, que anteriormente defendió el aborto y ahora piensa que no favorece la igualdad que busca la mujer. Pudo parecer que el aborto era un medio para que la mujer controlara su futuro ante un embarazo inesperado. La posibilidad de interrumpir el embarazo sería como algo favorable para alcanzar la paridad con los hombres desde el punto de vista profesional, social… Ciertamente, las mujeres quieren una cultura que valore sus talentos profesionales y sociales; pero quieren vivir también en una sociedad que, al mismo tiempo, valore nuestra maravillosa capacidad de criar una nueva vida humana. Queremos ser respetadas por nuestro trabajo como madres. Esta capacidad de las mujeres en tener los niños debe ser vista no como un impedimento para su estatus social sino como algo de verdadero agradecimiento por parte de todos en la sociedad. Esta reestructuración cultural en apoyo del cuidado de la generación y cuidado de los niños –algo que una feminista pro vida busca- beneficiaría también a la actual generación de padres.
«Esta capacidad de las mujeres en tener los niños debe ser vista no como un impedimento.»
Hoy muchos hombres prefieren dedicar más tiempo y atención a sus hijos que los padres de antes. Lo que es inadmisible es que en vez de dar a las madres ese apoyo familiar y social que necesitan, “les hemos dado el inhumano derecho a decidir sobre el destino de otro ser humano, un bebé vulnerable -su hijo-, hacia el cual tienen un deber positivo -y encantador- de cuidar”. Esta postura viene muy bien, porque últimamente ha habido retrocesos en la defensa de la vida. No hablamos de inevitables errores humanos, sino de un problema que nos amenaza a todos y hay que proclamarlo claro: actualmente la sociedad ha tenido un retroceso alarmante en el más básico de los derechos humanos: el derecho a la vida, tanto la del aún no nacido como la vida terminal.
Estamos hablando de una postura de la sociedad en la que la libertad de los fuertes se impone al derecho a la vida de los débiles. También recientemente en EE. UU. la Conferencia de Liderazgo, resaltaba el carácter inviolable de la vida humana, contra las ideologías que rechazan este aspecto que es un derecho de toda persona. Y se insistía en que tenemos que llamar a la sociedad una vez más para que redescubra la dignidad y el destino trascendente de cada ser humano. Y señalaban que la fundamental injusticia en nuestra sociedad es el asesinato de los inocentes no nacidos a través del aborto y la matanza a los enfermos e indefensos por medio de la eutanasia y el suicidio asistido; concluían que “si el niño en el vientre no tiene derecho a nacer, si los enfermos y los ancianos no tienen derecho a ser atendidos, entonces no existe una base sólida para defender los derechos humanos de nadie.” Incluso cuando ahora es tema actual la defensa del medioambiente, es claro que ambos se degradan juntos; y no nos defenderíamos adecuadamente de la degradación ambiental si no prestamos atención primero a la degradación humana; por supuesto el aborto de modo muy particular.