Columnas

Guerra a la impunidad

La cruzada que libran la CICIG y el MP no es solo contra la corrupción; se trata de una guerra contra la impunidad, a la que todos los ciudadanos debemos sumarnos, independientemente de sexo, etnia, clase social o ideología. Todos vamos en el mismo barco y si no lo sacamos a flote, nos ahogaremos en un mar de injusticia social, económica, política y legal. Los militares, políticos y empresarios que se han beneficiado de la impunidad lo han entendido bien; por ello han lanzado una ofensiva contra el comisionado Iván Velázquez y la fiscal general, Thelma Aldana. Esta ha ido desde atentados frustrados y ofensivas políticas, hasta la campaña mediática de las últimas semanas, de la cual han salido derrotados en toda la línea.

La mayoría de medios de comunicación han abierto sus puertas a los tinterillos y voceros del crimen organizado, para denostar la guerra contra la impunidad, porque muchos han sido sindicados de beneficiarse de acciones ilegales, desde contratos venales para imprimir libros de texto, pasando por pauta comprometida, hasta el otorgamiento fraudulento de frecuencias radiales o televisivas. En el ámbito político, son conocidos los periplos de grupos empresariales a Ginebra, Nueva York y Washington, para demandar que cese “la injerencia” de la ONU, de la embajada y de las ONG internacionales de DDHH en los asuntos internos del país, que ellos consideran su finca, la que han administrado a sangre y fuego por varios siglos. Poco les importa el ordenamiento jurídico internacional, las obligaciones laborales y ambientales incluidas en los tratados de comercio, y la necesidad de respetar las normas civilizatorias básicas. Abierta o solapadamente, exigen impunidad.

Patético resulta el acto de circo recién escenificado por el diputado Linares Beltranena, que declaró a la prensa que estaba evaluando enviar una carta al secretario general de la ONU, para solicitar el retiro del comisionado de la CICIG, cuando ya circulaba el pronunciamiento de ese órgano respaldando a Iván Velásquez, y las redes sociales estaban inundadas por un mar de mensajes ciudadanos de apoyo a la CICIG. En el ámbito económico, los empresarios impunes han montado en cólera porque banqueros venales, empresarios corruptos, e industriales y cafetaleros evasores han sido procesados judicialmente, aduciendo que la persecución penal es exagerada y ahuyenta la inversión extranjera. Pretenden asustar con el petate del muerto, demandando impunidad para que haya crecimiento económico.

Solamente el 30% de los empleadores paga el salario mínimo, se violentan casi todos los derechos de los trabajadores, y la impunidad laboral es legendaria. El último sainete fue protagonizado, el jueves pasado, cuando ganaderos y finqueros bloquearon carreteras, fronteras y los accesos al Congreso, para que los diputados sin escrúpulos aprobaran una ley (No. 51-82) que les permite regularizar sus actividades económicas, gozando de privilegios fiscales e impunidad, pues la normativa limita la función fiscalizadora de la SAT, y pretenden que la aprueben de urgencia nacional, para que esté vigente antes de que los órganos contralores puedan tener acceso legal a las cuentas bancarias. ¿Es posible mayor impunidad? La impunidad es una lacra que nos cuesta el 11% de la riqueza del país, y el año pasado se cobró 4,520 vidas, 12 cada día. Un ser humano cae muerto cada dos horas, y podrían ser su hijo, su padre o su vecina. Esa es causa suficiente para que se enliste en esta guerra contra la impunidad que debemos librar todos los guatemaltecos ¡hoy y ahora!