Columnas

Tasas de desempleo hacia la baja en Estados Unidos

En anteriores entregas de esta columna, hemos ido tratando de entender, sobre bases razonables, mejor fundamentadas e informadas, los cambios suscitados en las formas y modalidades de la producción manufacturera de la actualidad. Así también, las consecuencias de lo mismo en el trabajo y el empleo, sobre todo en países que como Estados Unidos y algunos de Europa, ahora se ven frente a contradicciones que evidencian matices populistas y nacionalistas, si no aislacionistas. Esto en el fondo, como respuesta de algunas facciones políticas frente a los fenómenos de los cambios demográficos ocurridos a lo largo de las últimas décadas, digamos, desde principios de 1980. Cambios que se explican y desembocan en los actuales contextos situacionales, en términos de trabajo, empleo y población. Ello, no obstante, que las tasas del desempleo, en por ejemplo Estados Unidos, muestran una acusada tendencia hacia la baja, acercándose a la línea de pleno empleo. Refutación válida al “alto desempleo” en ese país.

Siguiendo en la línea de argumentos opuestos, en el caso de la industria en aquellos países, tal y como lo pretenden algunos de sus líderes más conservadores, las políticas de supuesta preferencia a sistemas de producción con trabajadores en línea, frente a inversiones en automatización de los procesos, terminarían reduciendo la competitividad del país que las pusiera en práctica. Además, tratándose de acciones retroactivas, o sea, una vuelta a los modos anteriores, esto también significaría la ruptura de las complejas cadenas del suministro transfronterizo, que funcionan mediante tarifas bajo acuerdos comerciales bilaterales. Todo esto dañaría seriamente al sector que precisamente, esos líderes conservadores pretenden ahora auxiliar. (Hey! Míster Trump…).

Según los principales medios informativos en Estados Unidos y Europa, “las promesas de traer de vuelta a sus países los puestos de trabajo, suenan vacías,” porque esos mismos puestos realmente nunca fueron enviados a otros países. Simplemente, fueron destruidos por nuevas formas de incrementar la productividad y reducir los costos, lo cual hizo mayor la distinción, entre la mano de obra rutinaria y el resto de los procesos manufactureros. De acuerdo con la Organización para el Desarrollo Industrial de Naciones Unidas, UNIDO, se reconoce que en 1991, en los países en desarrollo, laboraban en la industria manufacturera 234 millones de personas; en el año de 2014, el número ya era de 304 millones, en tanto que en los paí- ses desarrollados, tan solo había 63 millones de puestos en manufactura, Sin embargo,, de este número, tan solo un sexto del mismo (poco más de 10 millones de aquellos), aportaba los dos tercios del valor final de la producción.

Esto, el aporte correspondiente a la porción de laborantes que manejan los procesos productivos con tecnologías avanzadas y que incrementan sensiblemente la productividad, es decir, la relación de cantidad producida por unidad del medio de producción aplicado. Continuará.

Otto Rinze de León

Consultor en energía, ambiente y población. A lo largo de su carrera profesional, ha ocupado distintas posiciones de gestión y dirección, en la iniciativa privada, instituciones de gobierno y proyectos de la cooperación internacional. Correo: [email protected]

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