Al ritmo de la marimba
U na serie de teclas de madera de hormigo, ordenadas de conformidad al tono que producen al ser golpeadas por baquetas de caucho, conforman el instrumento musical autóctono que conocemos como marimba. Nuestra identidad colectiva, se ha construido a lo largo de los años, al ritmo de su música. Resulta sumamente difícil imaginar las celebraciones guatemaltecas, sin el melancólico y alegre sonido de la marimba.
Escuchar una marimba es una emoción que solo los guatemaltecos saben sentir en toda su plenitud. Oír una marimba, fuera de las fronteras nacionales, produce una multitudinaria sucesión de recuerdos dulces y tristes, que generalmente, terminan en lágrimas rodando por las mejillas morenas del guatemalteco migrante. Al ritmo de la marimba, nuestros abuelos se enamoraron mientras bailaban un vals. Cada vez que escuchamos Mi bella Guatemala, de la inspiración de Germán Alcántara, la nacionalidad nos brota oceánicamente, por los poros.
El baile al ritmo de la marimba, es uno de los pocos fenómenos sociales, que los guatemaltecos consideramos verdaderamente nuestros. Es entonces, cuando sentimos la difusa identidad nacional de definirse, al ritmo del instrumento nacional por excelencia. Es en ese momento, cuando nos sentimos un poquito más guatemaltecos. Un sinfín de acontecimientos sociales se enmarca con el sonido que produce el teclado moreno del hormigo que en el vaivén de sus notas, acompaña una variedad de momentos efímeros o eternos de la historia nacional.
El ritmo del mismo teclado, inmortaliza el primer beso de los novios o el vals de la pareja que contrajo matrimonio. El agradecimiento a Dios porque la patoja ya cumplió sus 15 años, o la celebración del cumpleaños de la abuela, que junto con las delicias culinarias, hacen de la fiesta guatemalteca, una rebosante expresión popular de alegría semitristona, tan propia del carácter nacional. Cabe resaltar que el uso de la marimba no ha sido exclusivamente festivo.
En tiempos de convulsión política, las notas de la marimba servían para anunciar, junto con la potente e inolvidable voz de Otto René Mancilla (QEPD), que el gobierno de turno había finalizado producto de un golpe de Estado: en Huehuetenango, cada 31 de octubre se lleva a cabo una serenata de marimbas en el parque, que suena como si una gigantesca bandada de pájaros celestiales, adoptaran las voces del hormigo para cantarle a esta tierra maravillosa y única.
Una vez que los guatemaltecos escuchemos la voz de la marimba, debemos recordar de dónde provenimos. En el día de la marimba, vale la pena recordar que en sus notas, se evidencia el talento de muchos guatemaltecos que ya vencieron al tiempo y que partieron al infinito, dejándonos un inmenso legado musical que brota del corazón de la marimba que constituye una de las más profundas raíces de la identidad guatemalteca.