Del país de colores al país basurero
En el pórtico de El espejo de lida sal, el Gran Lengua, Miguel Ángel Asturias, hace una bellísima descripción de nuestro país gocemos de esta Guatemala de colores, verde universo verde, herido por el primer sílice caído de los astros dice de nuestro país, con esa rica prosa rebosante de poesía que ha maravillado a tantos lectores. Y aprovechamos la mención para rendir homenaje a uno de nuestros más ilustres compatriotas, en este año que se cumplen 50 de que fuera reconocido con el Premio Nobel.
«Guatemala enfrenta muchos problemas cuya solución no es fácil.»
Ojalá que ahora se le haga justicia con grandes y justos homenajes, sobre todo poniendo su obra al alcance de todos. Porque allá por 1967, la envidia y el sectarismo se le tildaba de comunista motivaron que el recibimiento de ese galardón pasara casi desapercibido. Pero ese país de colores a que alude Asturias se ha convertido en los últimos años en un inmenso basurero. Camine usted por donde camine. Sea por las calles de cualquier pueblo o ciudad, o por cualquier carretera o camino vecinal, la basura cubre nuestros suelos y opaca la belleza de nuestros paisajes. La tiramos donde sea, sin medir las consecuencias sanitarias y ambientales.
E invita a que otros lo hagan, incluso cuando vienen de países donde tirar basura es castigado con severidad. En un viaje en bus a Panajachel, en una parada a la orilla de la carretera, una turista tiró un envase vacío y su acompañante le recriminó con un ademán, pero ella señaló el lugar, lleno de basura, como diciendo una mancha más no se le nota al tigre. Guatemala enfrenta muchos problemas cuya solución no es fácil. Unos requieren recursos y otros actuar sobre realidades complejas, con resistencia de sectores poderosos. Pero en lo de la basura la cosa es más sencilla. Es, por una parte, dejar de hacer. Dejar de tirarla en cualquier lugar.
Tener disciplina y responsabilidad. Y eso aplica a todos, jóvenes y viejos, habitantes urbanos y rurales, indígenas y ladinos. Porque todos somos sucios por igual. En eso no hay diferencias. Es algo gloriosamente intercultural e intergeneracional. Vea usted lo que sucede el 14 de septiembre. El insufrible día de las antorchas. Miles de jóvenes, encendidos de patrio ardimiento como dice una estrofa de nuestro himno recorren Guatemala al derecho y al revés, dejando las cunetas de las carreteras atestadas de bolsas, envases de agua y de todo tipo de desechos. Por otro lado hay un enorme incumplimiento de sus obligaciones por parte de las municipalidades.
El artículo 68 del Código Municipal incluye entre las competencias propias del municipio es decir, aquellas que le corresponden única y exclusivamente la recolección, tratamiento y disposición final de desechos y residuos sólidos hasta su disposición final. Algo redundante incluso, pues desechos y residuos son sinónimos. Pero ni aún así. A pesar de los miles de millones de quetzales que reciben en transferencias. Como ya lo hemos dicho más de alguna vez, los alcaldes atienden lo que no deben atender y se olvidan de lo que deben atender. ¿Qué se puede hacer? El Código Penal contempla el delito de incumplimiento de deberes, sancionado con prisión de 3 a 6 años e inhabilitación por 5 años para optar a cargos públicos.
El Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales después de hacerles una advertencia, en ejercicio de la rectoría sectorial que le corresponde de conformidad con la Ley del Organismo Ejecutivo, debe exhortar a las municipalidades a poner en práctica, de inmediato, programas de recolección de desechos sólidos en toda su jurisdicción municipal. Luego de un período razonable 30 días como máximo presentar las denuncias del caso al Ministerio Público, para que este inicie las acciones de antejuicio.
Quedan menos de dos meses para que Dios mediante comience la época lluviosa. Y cuando eso suceda, toda la basura, acumulada en las calles, campos y caminos irá a dar a los lagos y a los ríos, y de estos a la mar como dijera el poeta Manrique para poner nuestro granito de arena en la contaminación del planeta. ¿Será posible que el Estado comience a meter cintura a los alcaldes, para obligarlos, ya que no lo hacen por convicción ni por presión de los ciudadanos, a cumplir con sus obligaciones esenciales?