Grito auténticamente desesperado

Como maldición que se haya vertido sobre la niñez más vulnerable, volvemos a ser testigos de una tragedia que muestra el desprecio y la negligencia hacia quienes deberían gozar de nuestro mayor cuidado. Hasta el momento que escribo esta columna se contabilizan 19 niñas y adolescentes muertas y más de 30 heridas, por el incendio ocurrido en medio de su desesperación.

El buen trato, el amor y el alimento que es una obligación que garantizan los principios básicos establecidos en la ley y sobre todo en la misma moral individual y colectiva, se les niega sistemáticamente a niñas, niños y menores de edad quienes aún no pueden valerse por sí mismos y que por razones ajenas a ellos por su edad y circunstancias se les ha condenado a una vida miserable. Por el contrario, existen centros en donde pareciera ser que se les quiere restregar aún más con castigo, dolor y alevosía.

El gobierno en atención a los intereses más abyectos, como pago de favores en las campañas electorales y ampliando la corrupción a favor de amistades y familiares, invierte y roba miles de millones de quetzales. Pero para atender a la niñez más pobre y necesitada se hace el menor esfuerzo y se incumple con los deberes más sagrados de un Estado. ¿Cómo podemos justificar las dimensiones de la tragedia del “Hogar Seguro Virgen de la Asunción” de San José Pinula? ¿Cómo podemos siquiera levantar el rostro ante tal tragedia? Este tipo de hogares dependen de la Secretaría de Bienestar Social de la Presidencia, los cuales tienen la finalidad de brindar asilo temporal a los niños, niñas y adolescentes comprendidos de 0 a 18 años que hayan sido separados de sus progenitores o tutores a consecuencia de la vulneración de sus derechos, referidos por orden de Juez de Niñez y Adolescencia.

Esto debe ser no solo motivo de condena y de justicia.

En el caso del Hogar de San José Pinula que alberga a víctimas de violencia física, psicológica y sexual, con discapacidad leve, abandono, con problemática adictiva, víctimas de trata o adopciones irregulares. Las manifestaciones de los menores por los constantes abusos en el centro que van desde maltrato, hasta violaciones y abusos sexuales fueron avisos claros que había que hacer algo. Los hogares temporales para niños y adolescentes son auténticos infiernos. La verdad no logro comprender qué es lo que nos pasa como sociedad, pero particularmente a las instituciones responsables de la vida de estos menores.

¿Cómo podemos justificar que en los centros para proteger a la niñez más vulnerada más bien se les maltrata y se les ofrece ambientes de agravio y humillación? Los conflictos en estos hogares han sido permanentes como fue el caso del reciente escape de unas adolescentes que informaron a través de los medios de comunicación los maltratos y la situación precaria en que se encuentran. ¿Por qué se esperó al punto que ahora la tragedia llegó hasta la muerte de 19 niñas? Esto debe ser no solo motivo de condena y de justicia. Los tres poderes de Estado deben actuar.

Se debe asignar más fondos y hacer mejor uso de ellos para cuidar de nuestros menores de edad. Se deber atender de otra manera a la niñez que más lo necesita. Y como sociedad debemos manifestarnos. ¿Qué razones podemos dar para explicar una sociedad que condena a su niñez a la pobreza y les niega los servicios de salud y educación? Sencillamente no tengo palabras, solo indignación y mi plena disposición para actuar. Guatemala debemos despertar, debemos al menos cuidar de lo más sagrado que tenemos: nuestra niñez.