Columnas

Izquierda incongruente

Por: Alejandro Palmieri Waelti

Hace algún tiempo quedé estupefacto de lo capaz que somos los latinoamericanos de radicalizarnos, aun yendo en contra de la razón o de principios fundamentales.   En Latinoamérica las ideologías consumen no solo corazones sino mentes.

ElPeriódico publicó hace algún tiempo un artículo de Jorge Castañeda en el que entre otras dice: “Quizás el error de Santos -refiriéndose al fallido referéndum- fue pecar de exceso de democracia; someter a un referéndum un acuerdo de paz que no tenía que sujetarse a ese destino, y que no necesariamente sería aceptable para una mayoría de la población”. Todo un PHD como Castañeda diciendo algo tan aberrante como “exceso de democracia”.

Tal vez Castañeda desconoce la Constitución colombiana que dice que las decisiones de especial trascendencia podrán someterse a consulta.  Podrán es optativo, pero que un exmilitante comunista –de esos que proclaman que las mayorías deben decidir y no unos privilegiados- resulta incongruente. Pinta de cuerpo entero a ese y otros excomunistas: las constituciones les vienen guango (Castañeda quiso ser candidato presidencial independiente en México en violación de la Constitución mexicana).

Está bien que tengamos ideología y que nos apasionen y las defendamos con vehemencia, pero jamás contra principios. Me parece particularmente anacrónico el comunismo.  Marx escribió su opus magna en un tiempo que ya no es el actual; se siguen dando abusos, pero en esta era ya no se dan aquellas circunstancias que lo motivaron.

A la luz de El Capital en el Siglo 21 de Piketty, la desigualdad es mayor ahora; es algo contra lo que se debe luchar.  Se deben impedir los abusos abusando de posición dominante para distorsionar el mercado a su beneficio, pero jamás se debe hacer de forma autoritaria o por la fuerza. No estoy calificado para decir si los Acuerdos de La Habana fueron buenos o malos, convenientes o no, pero sí pregono sobre los tejados que someter a decisión popular esos acuerdos no fue “exceso de democracia” y que respetar la opinión de la mayoría de los que sí votaron rechazando los acuerdos es respetar el Estado de derecho.

La voluntad de la mayoría de colombianos abrió la posibilidad a más diálogo, no solo con las FARC, sino con otras fuerzas que evidentemente tienen respaldo popular.  A la postre, fue lo correcto.  La izquierda latinoamericana mayoritariamente ha dado suficientes muestras de no ser democrática; no sé cómo algunos todavía creen en ella. ¡Viva la libertad!.

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