Sobre la función parlamentaria
La idea de “impulsar la plena vigencia dentro de un orden institucional estable, permanente y popular, donde gobernados y gobernantes procedan con absoluto apego a derecho”, proclamada en el Preámbulo de nuestras Constitución, enfrenta una nueva prueba ante dos actitudes parlamentarias no perder de vista el calificativo expresadas y patrocinadas por el Diputado Fernando Linares Beltranena, de quien fui compañero en la aulas universitarias y a quien le tengo aprecio y respeto. Mejor lo aclaro desde el principio. La primera radica en el proceso que se intenta formar en su contra a causa de determinadas expresiones que, calificadas de discriminatorias, vertió el Diputado en el ejercicio de su representación nacional.
Es cierto: en la vida política nunca es posible complacer totalmente a la ciudadanía y no siempre será oportuno cuanto se diga, se deje de decir o la manera como se diga. Por este motivo es que –recogiendo las experiencias de la historia universalmente se ha conferido a los miembros del parlamento el privilegio conocido como la “irresponsabilidad parlamentaria”. Institución ésta que al tenor del artículo 161 de nuestra Carta Fundamental se integra con (i) la inmunidad personal para no ser detenidos ni juzgados y (ii) la irresponsabilidad “por sus opiniones, por su iniciativa y por la manera de tratar los negocios públicos, en el desempeño de su cargo.” Con ambos privilegios se pretende garantizar la independencia de la función parlamentaria; que quienes se desempeñen como parlamentarios puedan expresarse libremente, sin temores ni coacciones. De nada serviría tener diputados timoratos e condicionales por otros poderes.
Por ello pienso, en proyección a largo plazo, que si se llega a permitir el antejuicio se creará un funesto precedente para la institución parlamentaria y también para nuestro sistema republicano. Segunda. El “mandato representativo”. El Congreso está compuesto por diputados “electos directamente por el pueblo” (artículo 157 constitucional). Todos son iguales en su dignidad y derechos. No cabe discriminarlos porque representan a la Nación. Los partidos políticos no son los electores…
Del transfuguismo todos somos responsables.