Vida

El aneurisma abdominal de Einstein

Doctor : Elmer Huerta

20170328 Einstein 2El aneurisma aórtico es la condición en la que el diámetro de la arteria aorta (la más gruesa del organismo) aumenta por debilidad de su pared muscular, y que si no es tratado a tiempo, puede reventar (ruptura del aneurisma) ocasionando un alto grado de letalidad por hemorragia interna. Al conmemorarse el aniversario del nacimiento de Albert Einstein el 14 de marzo pasado, nos llamó la atención algunos detalles de la causa de su muerte: un aneurisma abdominal complicado. Aprovechando el caso, revisaremos ese tema, haciendo hincapié en las limitaciones terapéuticas propias de la época en que ocurrieron los hechos.

Einstein

Considerado el ser humano más influyente del siglo XX, Albert Einstein nació en Ulm, Alemania el 14 de marzo de 1879. Estando de visita en EE.UU. en 1933, Adolfo Hitler toma el poder en Alemania y Einstein decide quedarse en EE.UU. y convertirse en ciudadano americano en 1940. Su trabajo científico es enorme, considerándose que su teoría de la relatividad, junto a la mecánica cuántica, son la base de la física moderna.

Teniendo ya 69 años de edad, Einstein fue admitido en diciembre de 1948 al hospital por intensos dolores abdominales. Quedó registrado en su historia clínica, que al examinarle el vientre, el médico palpó un tumor pulsátil del tamaño de una toronja en medio de su abdomen y con la sospecha de un aneurisma aórtico abdominal fue referido al Brooklyn Jewish Hospital en Nueva York. Evaluado allí por el famoso cirujano alemán Dr. Rudolph Nissen (creador de la cirugía de hernia del hiato), se decidió operarlo, haciéndole la única cirugía disponible de la época: envolverle el aneurisma en celofán con la idea de que la irritación causada por el celofán haría que se forme tejido fibroso cicatricial alrededor del aneurisma e impida su ruptura.

Einstein fue dado de alta tres semanas después de la cirugía y volvió a su vida normal, rechazando la presidencia de Israel en 1952 y escribiendo su último artículo científico en los Annals of Mathematics en 1954. Con respecto a su salud, el único problema que presentaba ocasionalmente era un dolor en la parte alta derecha del vientre, que sus médicos achacaban a una inflamación de su vesícula biliar.

Sin embargo, el martes 12 de abril de 1955, siete años después de la cirugía de refuerzo con celofán, Einstein empezó a presentar severos dolores abdominales y al saber desde el primer instante que su aneurisma se estaba reventando, no quiso ir al hospital, aceptando solo al ver que se iba a convertir en una carga para su esposa. El diagnóstico fue confirmado, la letal ruptura de su aneurisma abdominal previamente reparado era la causa del dolor y de no operarse de emergencia, la muerte era segura.

Einstein fue evaluado por el mejor cirujano de la época, el Dr. Frank Glenn del New York Cornell Hospital. La única cirugía disponible en 1955 era el reemplazo de la aorta dañada con un injerto obtenido de una aorta de cadáver. El Dr. Glenn había hecho muy pocas de esas operaciones y con muy malos resultados. Ante esa realidad, Einstein tomó la decisión de no operarse diciendo “Quiero irme cuando quiera, es de muy mal gusto prolongar la vida artificialmente, ya he hecho mi parte, y si es tiempo de irme, lo haré con elegancia“. Albert Einstein murió el lunes 18 de abril, seis días después de la aparición del dolor abdominal.

¿Cómo hubiera sido manejado el caso ahora?

En primer lugar, es importante reconocer que la anticuada operación con el papel celofán fue magnífica para Einstein. En ese época, un paciente con un aneurisma de 12 centímetros como el que tenía, solo vivía un promedio de 9 meses y el vivió siete años y con excelente calidad de vida.

Obviamente, la cirugía de los aneurismas ha progresado mucho desde la época de Einstein. En primer lugar, en la actualidad, la evaluación del caso es mucho más certera y detallada. En la época de Einstein, no habían tomografías axiales computarizadas (CT Scan) ni resonancias magnéticas nucleares (MRI), las cuales permiten en la actualidad una muy precisa evaluación, no solo del tamaño del aneurisma, sino también del compromiso de las dos grandes ramas en que se divide la aorta, las arterias iliacas que dan riego sanguíneo a la pelvis, los riñones y las extremidades inferiores. En la época de Einstein, se usaban las aortografías, métodos invasivos que daban muy limitada información.

Con respecto a la cirugía -que sólo se hace cuando el aneurisma tiene más de 5 centímetros de diámetro- en la actualidad es de dos tipos: la electiva, cuando el aneurisma no está roto y la de emergencia, cuando la ruptura ya ha ocurrido. Existen dos técnicas operatorias de aneurismas no rotos, la clásica, abriendo el abdomen (laparotomía) y las que colocan un stent o tubo de metal dentro de la aorta dilatada. Esta última, llamada cirugía endovascular, se hace a través de una punción de una de las arterias femorales localizadas en la ingle.

En la actualidad, la mortalidad de la cirugía abierta del aneurisma abdominal es de solo 4%, por su parte, a pesar de que la mortalidad que ocurre dentro del primes de la cirugía, es levemente menor para la cirugía endovascular, a los 2 años, la mortalidad de ambos métodos quirúrgicos es prácticamente la misma.

Como anécdota, Thomas Harvey, el patólogo que hizo la autopsia se quedó con el cerebro de Einstein, pensando estudiar su inteligencia. Arrepentido porque no había tenido el consentimiento de la familia, cuarenta años después le devolvió el cerebro a la nieta del genio. El Dr. Elmer Huerta es Director del Preventorio del Instituto de Cáncer del MedStar Washington Hospital Center en Washington, DC.

Redacción

Equipo de redacción

Avatar de Redacción