Políticas sociales contra la violencia

Lo acaecido en el Centro Juvenil de Privación de Libertad para Varones Etapa II,muestra que la delincuencia ya no solo roba o hurta, sino que cada vez posee mayor poder y amplitud al exponer más violencia, fraguándose actos dirigidos a desafiar al Estado de derecho y sus instituciones. A pesar que cada día estamos más expuestos a hechos violentos, no pensamos por qué hemos llegado a este punto y nos limitamos a mirar los síntomas y no las causas que provocan estos actos. Guatemala, por años figura como uno de los países más desiguales del mundo, en donde por un lado podemos encontrar a personas con todas las riquezas, y por otro, con las mayores carencias. Eso ha generado un conflicto social que al no ser resuelto de forma adecuada ha generado violencia.

Pese a tanta desigualdad, ningún gobierno ha implementado estrategias para promover las condiciones de igualdad en el acceso a bienes y servicios públicos para que los sectores de escasos recursos puedan cubrir sus necesidades. Johan Galtung, sociólogo y matemático noruego, exponente del triángulo de la violencia, sostiene que el conflicto tiene su propio ciclo de vida, como cualquier organismo vivo; aparece, crece hasta llegar a su punto de máxima tensión, declina, desaparece y a menudo reaparece. Agrega que existen tres tipos de violencia: a) la directa, que es visible, como todo acto de violencia; b) la estructural que se deriva de la injusticia y la desigualdad como consecuencia de la propia estructura social que no permiten la satisfacción de las necesidades y se concreta, precisamente, en la negación de las necesidades; c) la cultural, materializada por medio de la religión y la ideología, el lenguaje y el arte, y las ciencias en sus diferentes manifestaciones.

Las dos últimas no son perceptibles al ojo humano. Vemos que la violencia directa es un fenómeno social condicionado por factores culturales y estructurales, como el desempleo, la desigualdad en los ingresos, acceso a la educación y a la salud. Por lo tanto para su reducción, se deben combatir integralmente los factores de riesgo a través de políticas sociales que permitan reducir las inequidades que alimentan la violencia. Si bien las políticas sociales son más onerosas que las estrategias de seguridad, también lo es que permiten atender las causas que han provocado el conflicto original.

En nuestro país no ha existido voluntad política para redirigir el presupuesto para implementarlas, y solo se ha procurado combatir la violencia, con políticas orientadas a la seguridad ciudadana que sólo limitan derechos constitucionalmente garantizados y que nos han llevado a más violencia. Para restaurar la paz, es necesario que entre las estrategias para combatir la violencia, se diseñen políticas sociales que permitan promover mayores niveles de educación y salud para los más vulnerables, así como un reparto más equilibrado de los recursos productivos, que a futuro no permita que el conflicto reaparezca.

Mireya Batún Betancourt

Abogada, Notaria y Licenciada en Ciencias Jurídicas y Sociales, postgrado en Criminología, especialista en ejecución penal con estudios en Doctorados de Ciencias Penales y Derecho Constitucional Internacional.