Incertidumbre en Guatemala
Hace dos días participé en una reunión entre amigos preocupados por el futuro de Guatemala. En esta reunión se comentó que ahora había más incertidumbre que en otras ocasiones. Surgieron preguntas sobre cómo decirle a mayoría de personas pobres del país que quieren resolver su situación económica y social de inmediato, cuál es el camino a seguir para mejorar su nivel de vida. Se armó un pequeño debate pero por lo apretado del tiempo se tocaron ideas y generalidades nada más dejando eso sí, mucha reflexión en cada uno de nosotros. Incertidumbre siempre ha habido y habrá. Y la incertidumbre no es precisamente algo negativo.
Todo lo contrario, a más incertidumbre más libertad existe, más libertad tenemos y dependemos de nosotros mismos escoger nuestro camino con responsabilidad también. Cuando menos incertidumbre hemos tenido también se nos ha reducido nuestra libertad de decisión y eso es peor. Tenemos ahora más libertad que antes para escoger el futuro de nuestras vidas y también tenemos más libertad de expresión, de participación ciudadano y política que antes. Gracias a esa libertad podemos llegar a cualquier parte a explicar nuestras ideas y contrastarlas con las que piensan diferente.
Ahora bien, cuando un amigo preguntó cómo hacer para explicarles a los pobres y en especial a los líderes de las comunidades más pobres del país, cuál es el camino a seguir para mejorar el nivel de vida salió el tema del tiempo. ¿En cuánto tiempo? Ellos necesitan ahora resolver su situación y muchos no quieren o pueden esperar años y hasta generaciones para salir de ese círculo vicioso de pobreza. Y digo vicioso porque económicamente hablando no creo que nadie quiera permanecer siempre en él aunque hay quienes la consideran virtuosa. Pero no, es vicioso. La virtud es poder vivir con lo menos que puedas pero no creo que deba buscarse esa pobreza a propósito ni sentirse orgulloso de ella.
Se debe salir porque el pobre, cuando mejora su nivel de vida, podrá tener mejor salud, mejores condiciones de vida, vivirá más tiempo, mejores oportunidades de mejora de nivel de vida para sus hijos y nietos, contaminará menos, creará más valor para ellos y para el resto. Pensando en dar respuesta a esta interrogante del plazo me vino a la mente hacer la pregunta en sentido contrario. ¿Qué cosas no se deben hacer para seguir cómo estamos? Y entre ellas abundan ejemplos. En primer lugar debemos quitarnos ese pesimismo que sale en todos los medios y en todo momento. Ese pesimismo mata cualquier iniciativa. Hay que pensar positivamente.
Cuando Alemania salió de la Segunda Guerra Mundial todo estaba destruido y en la medida en que trataban de salir adelante nuevamente se establecieron una serie de restricciones y rigideces que involucraban controles de precios y salarios, entre otras cosas. Había escasez por todos lados. Los mercados normales carecían de todo pero los mercados negros sí tenían productos a precios más altos, por supuesto. Ludwig Erhard, ministro de economía de la República Federal Alemana entre 1949 y 1963 abolió todos esos precios y salarios controlados y se permitió al mercado funcionar libremente.
Lo impresionante es que casi de inmediato todo volvió a la normalidad, los mercados se llenaron de toda clase de productos y la economía comenzó a funcionar como una maquinita bien aceitada. A esto se le conoce como “el milagro económico Alemán” que no fue más que dejar al mercado libre funcionar. Mientras tanto, la República Democrática Alemana bajo del domino de Rusia siguió el más férreo comunismo y se quedó estancada en el tiempo, sin libertad ni mercados ni posibilidad que la gente pudiera escoger ni mejorar si nivel de vida. Esto es lo que no hay que hacer.