Columnas

Carta abierta a la alcaldesa de Antigua

Arquitecta Susana Asensio:

Con el respeto que se merece, y con la preocupación de un vecino común y corriente, me dirijo a usted para externarle mis preocupaciones sobre el presente y futuro de nuestra ciudad.

Durante más de una década varias veces propuso a los antigüeños su nombre para asumir el cargo, lo hizo como un proyecto personal e individual, pues en todas las ocaciones se hizo acompañar de personas y grupos diferentes, comportamiento político lamentable al no aportar a la construcción de un proyecto colectivo en el cual sustentar ahora sus actuaciones. Renunció a construir democracia y, como los demás candidatos, uso partidos y comités cívicos como simples instrumentos para un promover su proyecto personal. En 2015 obtuvo el apoyo de 28% de los electores, suficiente para imponerse a sus contrincantes pero más que limitado para contar con el apoyo de la población a sus acciones.

Los problemas de la ciudad que en su primer intento electoral propuso resolver en más de una década se han amplificado y, pasados más de doce meses en el cargo muy poco ha sido resuelto. Dejemos de lado el caos vehicular que en los días festivos sufre la ciudad es cada vez mayor, ya que con la contratación de alguien que mínimamente conozca del asunto, diseñe operativos coherentes y organice debidamente a la policía de tránsito el asunto podrá resolverse en el futuro, pues es evidente que en esta Semana Santa vecinos y visitantes rodarán por calles y avenidas enmarañados en un desgastante y absurdo embotellamiento interno.

El carácter monumental de la ciudad exige que cuanto antes su atención y la del Concejo municipal se centre no sólo en salvar los monumentos si no en ponerlos al servicio y en función de la cultura y no al de francachelas familiares. La Antigua debe dejar de ser, cuanto antes, el bar y centro de jolgorio de vecinos de otras ciudades. Para ello es indispensable que el arte y la cultura sean su signo. El turismo bullicioso abarrota lugares, pero poco o casi nada deja a la ciudad y sus vecinos.

Cierto, convertir a la Antigua en destino cultural implica ir contra corriente a lo que el Inguat y el gobierno actual promueven, pero dará certeza a la infinidad de operadores turísticos que sobreviven a costas de la ciudad. Usted puede hacer que el remedo de escuela de arte, dirigida desde hace años por alguien que de ello sabe tanto como de chino o sánscrito, se convierta en el semillero de los futuros artistas nacionales. De usted depende que la ciudad deje de ser un permanente basurero y un lugar bullicioso, ordenando el pequeño territorio para que los vecinos vivan tranquilos y los visitantes disfruten su permanencia.

Si la proliferación de pseudo cuidadores de carros debería ser sustituida, cuanto antes, por una policía de tránsito y turismo presente, activa y amigable, la peatonización permanente de las calles y avenidas principales permitirían mayor protección a comerciantes y consumidores. Una ciudad monumento no puede ser un caos, con apenas una plaza para el esparcimiento y encuentro de personas.

Usted puede conseguir que los fondos propios aumenten significativamente si cuanto antes inicia una revisión profesional y objetiva del Impuesto único sobre inmuebles -IUSI-, legalizando y tecnificando, además, el pago por el uso de suelo público para el estacionamiento de vehículos. Las plazas, escuelas, calles y avenidas de las aldeas exigen inmediato remozamiento, y esos recursos resultan indispensables. Los más de cien millones de presupuesto que la corporación municipal maneja no pueden diluirse en salarios y dietas para las autoridades municipales, deben notarse en inversión pública en beneficio de todos.

Cierto, muchos de los problemas de un municipio tan pequeño como el nuestro no pueden resolverse aisladamente. La mancomunidad municipal es ya una obligación, única que permitirá que antes que las ciudades se hagan inviables cuestiones como transporte urbano público, mercadeo de perecederos, recolección y procesamiento de desechos sólidos sean resueltas conjuntamente.

Arquitecta, la ciudad requiere de soluciones inmediatas y de gran calado, y los tres años que le restan en el cargo no puede desperdiciarlos. Los vecinos aún la aprecian y estiman, pero de usted dependerá que la ciudad se salve o se convierta en otro lago de Amatitlán sin esperanzas.