¿Es difícil gobernar a los guatemaltecos?

No es fácil gobernar un país difícil de gobernar”, dijo don Jimmy en una horrible redundancia en la que no debiera caer alguien que tiene experiencia como actor y comunicador. Surge entonces la pregunta que encabeza esta columna. La verdad es que no es fácil, ni creo que haya un país que lo sea. Ni siquiera los países más prósperos como los nórdicos o Suiza. Ni la “feliz Arcadia” ha de ser fácil de gobernar, no digamos un país con tantos problemas, con tan pocos recursos para resolverlos y, peor aún, mal utilizados y con la corrupción campeando por doquier.

Que los guatemaltecos seamos difíciles como gobernados creo que es al contrario. Somos un pueblo paciente, excesivamente tolerante hacia los gobiernos. Cosas que suceden en Guatemala son impensables en otros países. El problema con la gente paciente es que cuando estalla, cuando pasa del conformismo o del pánico, al ataque, se vuelve violenta e impredecible. Morales se sintió competente para gobernar y por eso lanzó su candidatura. Nadie lo obligó a postularse. Así que ahora no debe de quejarse por las dificultades que enfrenta. Él se metió en camisa de once varas por su propia y soberana voluntad. Desde el momento que se dio cuenta que tenía posibilidades de llegar a la presidencia debió pensar en un plan de vuelo y en el equipo que le ayudaría a cumplirlo.

Tuvo un año de aprendizaje, con pocos aciertos y muchos errores, pero de todo se aprende. Al cabo de ese año debió ajustar las piezas de su equipo y ponerse a recuperar el tiempo perdido. Algunos dicen que ya sabíamos que Morales carecía de experiencia, así que no debemos exigirle mayor cosa. Es cierto, en cuanto a lo que se sabía de él. No tenía experiencia en la política, en la administración pública, trayectoria gremial o en la academia. Lo suyo había sido la comedia. Pero eso no justifica que no le podamos exigir. Pasa igual que si alguien nombra para un cargo en una empresa o una institución a una persona sin experiencia en  la materia. Se le puede dar un tiempo para que se adapte, conozca el teje y maneje del cargo, busque orientación, incluso aprender de sus errores. Pero pasado un período prudencial, el que lo nombró no está impedido de reclamarle ni de tomar la decisión de destituirlo. Es preciso recordarle que no está gobernando de gratis a este pueblo difícil.

Es el segundo presidente mejor pagado de América Latina. En un país que en el Índice de Desarrollo Humano solo está arriba de Honduras y Haití. Y encima le cubrimos todos sus gastos. Adicionalmente, aunque sea con una sola línea, ya tiene un lugar en la historia. En los últimos 100 años, aparte de los triunviros y provisorios, 24 son los que han llegado a la cabeza del gobierno. Más o menos uno por cada millón de guatemaltecos. Tiene entonces don Jimmy suficientes estímulos para sacar fuerzas de flaqueza y no victimizarse. ¿Cómo es posible que una simple “currutuca” lleve al hospital a un hombre de 48 años? Salvo que fuera tan grave, en cuyo caso se habría quedado hospitalizado, da la impresión que lo que quiere es despertar lástima, para que seamos más comprensivos.

 Así que debe comenzar por una seria y profunda autocrítica del año y cuatro meses que lleva de su período. Evaluar a su equipo, unificarlo pues a la fecha es un conjunto de piezas inconexas  e identificar dos o tres grandes metas que todavía puede alcanzar. Dedicar el máximo de tiempo al despacho presidencial y no andar del tingo al tango, de Conguaco a Zacapa, gastando un platal en sus movilizaciones.

Poner a su gente a trabajar, previo un curso intensivo sobre administración pública y marco jurídico, pues muchos evidencian que, en esas materias, andan por la calle de la amargura. Y al que tenga miedo de firmar – cuestión que abordaremos en próxima columna – que se vaya a su casa. Para cambiar a un tema más grato, mis congratulaciones a Ricardo Arjona por el merecido reconocimiento a su extraordinaria trayectoria, que le hizo la revista Billboard. Se trata de un guatemalteco excepcional. Un inspirado poeta que le pone música a sus versos. Y feliz día del trabajo a todos los hombres y las mujeres que, con su esfuerzo y sacrificio, luchan cada día por sacar adelante a sus familias.