Prensa Libre, una guarida de sicarios
Nuestra honradez, se mantiene”, reza uno de los eslóganes que Prensa Libre estrenó recientemente. Vaya si no son caraduras los directores de ese diario, a quienes no les importa que sea público que recibieron del gobierno del Partido Patriota alrededor de Q40 millones en concepto de pauta, obviando los pasos que manda la ley de Compras y Contrataciones. “Nuestra libertad se mantiene”, reza otro slogan de Prensa Libre esparciendo una mentira, porque ese medio es prisionero de sus negocios corruptos durante la administración de Otto Pérez Molina, que hoy lo convierten en rehén de la CICIG, que lo obliga a actuar violando los más elementales principios de la libertad de expresión, al calificarnos en su editorial del 27 de abril como “sicarios de la pluma” a quienes desde nuestras columnas de opinión en distintos medios de comunicación criticamos las pretendidas reformas a la Constitución, magnificando ese atropello al insultar también a varios de sus propios columnistas, que con sólidos fundamentos se han declarado adversos al manoseo de la Constitución por parte de quienes hoy tienen capturada a Prensa Libre.
Cuando una acusación así es expresada por el colombiano Iván Velásquez impelido por su agenda socialista, lo comprendo, pero se torna inexplicable tratándose de la línea editorial de un diario en un país democrático.
“Nuestra veracidad se mantiene”, dice el tercer eslogan de Prensa Libre, cuyo timón un día estuvo en manos de periodistas de inmensa estatura, como Isidoro Zarco, Álvaro Contreras Vélez y Pedro Julio García, el primero asesinado por la extrema izquierda, y los otros dos, víctimas de crueles secuestros también a manos de los marxistas. Un trío de la prensa que nunca aceptó un negocio sucio con ningún gobierno, y que jamás habría doblado las corvas ante ningún extranjero, como los actuales directores de ese medio lo hacen.
Cuando se habla de reformas a la Constitución, es imperativo analizar quién gestó y parió ese engendro, y nos encontramos con que salió del vientre de la misma izquierda que echó por tierra la firma de la paz, y que concibió la Ley de Comisiones de Postulación, que ahora adversa; la misma izquierda que arruinó la Plaza al tratar de apropiársela; y que inutilizó la Policía Nacional Civil por medio de la Reforma Policial, y que prostituyó la Procuraduría de los Derechos Humanos y el enfrentamiento armado interno, para mencionar solo unos pocos ejemplos.
Basta ver que figures como Iduvina Stalinova Hernandez es una de las más acérrimas defensoras de las reformas, para rechazarlas amén de las abundantes explicaciones técnicas que han brindado, entre otros, valientes y valiosas plumas de Prensa Libre; una militante del PGT, organización terrorista responsable, entre muchos otros actos de barbarie, del asesinato en 1981 de Mario Dari, rector de la Universidad de San Carlos, por disentir de las ideas marxistas de Iduvina Hernández y sus cómplices, y del salvaje secuestro del director de Prensa Libre Álvaro Contreras Vélez, en 1982.
Hay que entender lo que sucede; muchos interpretan la línea editorial de Prensa Libre como el producto del pago de una enorme cantidad de dinero en un acto de vil prostitución, cuando la realidad es que ese dinero lo recibió, sí, pero hace años, y ahora está pagando por ello con su libertad, apoyando las reformas que, temprano o tarde, no pasarán.