Editoriales

Auge y caída de un ídolo con pies de barro

Nacida en el seno de una familia católica y conservadora, el 13 de mayo de 1962, creció en un barrio de clase media de la capital guatemalteca, Íngrid Roxana Baldetti Elías, quien fuera la primera mujer guatemalteca en alcanzar el cargo de vicepresidente de la República durante el gobierno del Partido Patriota, y quien tras su renuncia al cargo ante la presión ejercida por la protesta de indignación ciudadana que le demandaba el inmediato abandono del puesto ante las prácticas de corrupción develadas por las investigaciones a cargo del Ministerio Público (MP) y la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala(CICIG) fue capturada por las autoridades, mientras permanecía internada en un sanatorio el 21 de agosto de 2015, fecha, desde la cual permanece en prisión a la espera de que se dilucide su situación jurídica.

La ex vicemandataria enfrenta cinco acusaciones en distintos procesos penales y una solicitud de extradición hacia los Estados Unidos de Norteamérica, donde es acusada junto con el exministro de Gobernación durante la administración del Partido Patriota, Mauricio López Bonilla de conspirar para el trasiego de cocaína a territorio estadounidense. Roxana Baldetti alcanzó el poder, entre otras razones, por la prevalencia en nuestro país de un deficiente sistema de elección de funcionarios, plagado de prácticas perversas y desnaturalizadas. Un sistema ausente de filtros adecuados destinados a impedir la llegada al poder de personas inescrupulosas que con ánimo de lucro, sean capaces de privar de medicamentos a los hospitales y de insumos a las escuelas, y quienes cegados por la ambición, saquean las arcas nacionales hasta donde las circunstancias se los permite y amasan enormes fortunas cuyo origen es el erario, pero cuya prevalencia depende por completo de la impunidad.

La dramática caída de la carrera política de la otrora mujer fuerte del gobierno, está marcada por diversas frases que la ex vicemandataria pronunció en franco desprecio a la inteligencia y a la dignidad del pueblo guatemalteco. No obstante, el rechazo y las burlas que se suscitaron en las redes sociales, sus frecuentes y desafortunadas alocuciones, cabe destacar que dentro de las mismas, se camufla una perniciosa matriz de pensamiento que permanece vigente en la idiosincrasia de los servidores públicos que continúan en el ejercicio de sus cargos, pues provienen de la misma cuna de corrupción que catapultó a Roxana Baldetti a la vicepresidencia de la República, pero cuya ambición le llevó, finalmente a prisión, en la cual debería estar el resto de agentes de la corruptela, imperante en el país.

Es preciso que la ciudadanía esté consciente de la necesidad de fiscalizar a profundidad el ejercicio de la función pública. Es conveniente que los guatemaltecos comprendamos a cabalidad que amar a Guatemala representa mantenerla libre de corrupción y que ese esfuerzo inicia con la renuncia a las prácticas de este flagelo cotidianos. Debemos ser capaces de demandar de las autoridades de gobierno el combate a la corrupción y a la falta de transparencia con la solidez que brinda la solvencia moral.

Redacción

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