Mafias empresariales
El caso de la orden de captura falsa en contra de Enrique Lacs evidencia la existencia de mafias empresariales y con ello la necesidad de depurar el sector privado empresarial.
El escándalo de que la orden de captura en contra de Enrique Lacs resultó ser falsa no es poca cosa. Primero, porque aunque en muchas cosas pienso distinto al señor Lacs, no puedo sino solidarizarme con él y expresar mi rechazo a tan repugnante acto, así como sumarme a su exigencia y demanda por esclarecer el hecho y aplicar todo el peso de la ley sobre los responsables, autores materiales e intelectuales.
Pero más allá del hecho, este escándalo demuestra además una realidad muy preocupante: en Guatemala persiste un grupo de personas que continúan creyendo que estas ilegalidades y delitos son una buena forma de hacer negocios. Una visión prácticamente indistinguible de la mafia en cualquiera de sus manifestaciones: quedó demostrado que en Guatemala existen y operan mafias empresariales. Una de estas mafias tiene intereses en el negocio de la carne de pollo, en el que se libran cruentas batallas por influenciar o controlar la política arancelaria.
Por un lado los productores nacionales buscan la protección que les ofrecen los contingentes y las tasas arancelarias altas a la importación de productos de la industria avícola, y por otro lado los importadores que exigen la liberalización del mercado, suprimiendo la protección arancelaria. Quedó demostrado que aunque algunas empresas libran esta batalla de forma legal, otras, de carácter mafioso, recurren a la intimidación y otros delitos e ilegalidades. Y como si todo este asunto no fuese suficientemente truculento, casi podría decirse que, por supuesto, el asunto tenía que ver con empresarios evasores de impuestos.
Lacs señaló explícitamente a la empresa Escalas Mercantiles, una importadora de carne de pollo, de haber evadido hasta Q 340 millones en un esquema de defraudación tributaria durante varios años. Estas declaraciones generaron además un cruce de señalamientos entre Lacs y el Superintendente de la SAT Francisco Solórzano Foppa, ya que a criterio de Solórzano, la evasión de impuestos pudo haber sido provocada por una decisión errónea de Lacs en 2006, durante el Gobierno de Berger.
«En mi opinión, el análisis de estos hechos implica que, además de las investigaciones que debe realizar el MP, al sector privado le toca emprender una autodepuración, purga y limpia de las mafias empresariales enquistadas en sus filas».
No me resulta baladí que Enrique Lacs, en pleno intríngulis de la captura con orden falsa, engrilletado y en el ir y venir al juzgado, declaró que sospechaba que el ataque podría provenir de la empresa Escalas Mercantiles, enfrentada con él con querellas penales en uno y otro sentido. Esto precisamente porque cuando fungió como viceministro de Comercio Exterior en el MinEco, tomó decisiones para aplicar una tasa alta de derechos arancelarios a la importación de pollo.
En mi opinión, el análisis de estos hechos implica que, además de las investigaciones que debe realizar el MP, al sector privado le toca emprender una autodepuración, purga y limpia de las mafias empresariales enquistadas en sus filas. Esto porque no es imposible que además del mercado del pollo, estas mafias empresariales existan en otras actividades económicas.
Estoy convencido que la mayoría de empresarios guatemaltecos, micro, peque- ños, medianos y grandes, son honestos y no necesitan estas prácticas mafiosas para ganar dinero. Pero precisamente por ello, la purga empresarial es urgente, ya que el funcionamiento de las mafias se basa en dos pilares: por un lado, la violencia e intimidación, con acciones como la de la orden de captura falsa en contra de Lacs; y el otro, el silencio y el encubrimiento, que los mafiosos italianos llamaban código de silencio u omertá.