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Clases de música en los campos de refugiados palestinos

Años atrás Ramzi Aburedwan llegó con sus instrumentos musicales a los campos de refugiados palestinos de los territorios ocupados y de Líbano con un proyecto bajo el brazo bautizado ‘El violinista’, y hoy forma a más de 2 mil alumnos.

Este refugiado palestino de 38 años estudió música en Francia pero nunca olvidó Al Amari, el campamento en el que creció en Ramala, en la Cisjordania ocupada desde hace 50 años por Israel.

Quiso ofrecer a los refugiados y sobre todo a los más desfavorecidos el acceso a clases de solfeo, demasiado caras para ellos.

En 2002 fundó Al Kamandjati (el violinista en árabe) y juntó instrumentos donados por distintas instituciones en Europa.

A su vuelta a Ramala en 2008 extendió su proyecto a los emblemáticos campos de refugiados palestinos de Chatila y de Borj al Barajne en Líbano. Al Kamandjati cuenta ahora con ocho escuelas y más de 2 mil alumnos de entre 5 y 18 años.

A su edad, Ramzi Aburedwan se vio envuelto en la primera intifada, la revuelta palestina contra la ocupación israelí de los territorios.

BONDADOSO
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Un actor y dos músicos ofrecen un espectáculo a niños de una escuela palestina en un festival organizado por el músico palestino Ramzi Aburedwan en Jerusalén. Foto: AFP

«Había que proteger nuestro campo de los soldados», afirma este hombre designado en marzo por los palestinos como la personalidad cultural del año. Enseña, orgulloso, una foto de él en el que se ve a un niño delgaducho de ocho años con dos piedras en la mano.

Tiempo después se dio cuenta del alcance del problema: el 40% de los palestinos de los territorios eran en realidad refugiados que huyeron o fueron expulsados de sus aldeas cuando se creó Israel en 1948 y durante la guerra israelo-árabe de 1967.

Actualmente hay casi 8 millones de refugiados palestinos, juntando lo que era antes Palestina y la diáspora. Tienen poco futuro. El de Ramzi Aburedwan tampoco parecía prometedor hasta que tuvo un golpe de suerte.

Cuando era adolescente multiplicaba los trabajos precarios para ganar un poco de dinero. Un buen día, tras haber vendido periódicos en la calle, se fue a hacer labores de jardinería a varias casas.

La propietaria de una de ellas «oyó hablar de una beca para estudiar música en Francia», cuenta. «Propuso mi nombre».

El principal objetivo de Al Kamandjati es crear «una futura generación fuerte y capaz de expresarse», afirma este violinista y compositor, para quien la música es una forma de resistencia a la ocupación.

DERVICHES GIRADORES

Recientemente, un grupo de músicos del campo de refugiados de Qalandiya, al norte de Jerusalén, practicaba con profesores de violín y violonchelo como parte del programa de Ramzi Aburedwan.

«Empecé a estudiar música en el campo de Qalandiya con Al Kamandjati cuando tenía 7 años», explica Taib al Hamuz, de actualmente tiene 16.

Su profesor Montaser Jibreen, de 25 años, también. «Tocaba el clarinete. Cuando terminé el colegio conseguí una beca de música en la universidad de Angers, donde dirigí la orquesta», dijo.

Ramzi Aburedwan decidió este año invitar a músicos del mundo entero a tocar en los campos de refugiados, en los auditorios o en las ruinas de los antiguos palacios de Cisjordania, en la Franja de Gaza, un enclave bajo bloqueo israelí, o en Jerusalén, donde las tensiones siguen latentes.

Las ruinas del palacio de Hisham en Jericó se iluminaron con los reflejos de los trajes de lentejuelas de las bailarinas gitanas del Rajastán, como parte de un programa de 18 días que incluye diversas actuaciones.

La Explanada de las Mezquitas de Jerusalén acogió durante unos minutos a los derviches giradores de Estambul. Pero la música y la danza sufíes no son del agrado de todos y algunos fieles obligaron a Ramzi Aburedwan y a otros artistas a salir del recinto.

Ramzi Aburedwan no se dio por vencido y horas después decenas de espectadores aplaudían a los turcos en otro escenario a las afueras del casco antiguo de Jerusalén.

Con información de: AFP

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