Columnas

Acallando voces incómodas

Lo que faltaba; ahora resulta que el colombiano Iván Velásquez, como en una película de ciencia ficción, es capaz de predecir el futuro. Si usted no me cree, recuerde entonces que la semana pasada, al mismo tiempo que el empresario José Luis Agüero Urruela rendía su primera declaración ante una jueza, en la que relató que dio una donación de Q500 mil a Rodrigo Arenas para la organización que él preside, el Movimiento Cívico Nacional (MCN), las oficinas de este estaban siendo allanadas. Al mismo tiempo.

Si era la primera declaración de Agüero, de ella se pudo desprender una línea de investigación que posteriormente podría derivar en una citación (que no un allanamiento) para Rodrigo Arenas, por lo menos para el día siguiente de la audiencia, pero no de manera simultanea a esta, porque se supone que para entonces la CICIG no estaba enterada del donativo. Y no meto en este asunto a la FECI, porque a estas alturas es obvio que esta y la Fiscal General Thelma Aldana, solo sirven de mandaderos al colombiano Velásquez.

“Si a nosotros no nos pagaban esa deuda de arrastre, quebrábamos, la empresa se venía a pique. Acepto que hice esto. Fue una sobrevivencia, lo admito”.  Lo anterior corresponde a un fragmento de la declaración de José Agüero, que encierra la verdad de muchos de los sindicados en los circos de la CICIG. ¿Es el empresario un delincuente, o es una víctima de la extorsión de Alejandro Sinibaldi? Y a lo anterior hay que sumarle el chantaje, del que Agüero obviamente está siendo víctima por parte de la CICIG a la que, es obvio también, hizo partícipe de lo que diría en su primera declaración ante la jueza Ericka Aifán. De ahí se desprende precisamente el descarado allanamiento en las oficinas del MCN, simultaneo a la declaración del sindicado.

Según me cuenta un abogado presente en la audiencia, la prensa apareció, como por milagro, unos momentos antes que Agüero comenzara a declarar, y la suya habría sido una declaración más, si no hubiese involucrado en ella a Rodrigo Arenas, un activista relativamente anodino, pero que da cabida en la organización que dirige a cuadros muy valiosos, como es el caso de Gloria Álvarez, una académica que ha desempeñado un papel sumamente importante en la concientización de la ciudadanía a nivel internacional en cuanto al peligro del populismo, y recientemente ha realizado una labor de denuncia muy valiosa en referencia a los problemas que enfrenta Venezuela, y la injerencia de la embajadora de ese país en nuestros asuntos internos.

Rodrigo Arenas no tenía por qué saber que Alejandro Sinibaldi estaba extorsionando a José Agüero, y tampoco tenía por qué negarse a recibir una donación proveniente de este, tratándose  de un empresario con una trayectoria intachable; y es que resulta evidente que este es otro circo de Iván Velásquez para justificar los monstruosos ingresos mensuales que percibe por dirigir la CICIG.

Es clara la intención del colombiano de silenciar a otro medio de comunicación, y acallar voces como la de Gloria Álvarez, que le son incómodas a él y a los socialistas que lo apoyan en su lucha contra el debido proceso y la economía de nuestro país.

Siguiendo la lógica del colombiano Velásquez, algunos activistas de izquierda, disfrazados de periodistas, tendrían que ir a dar a la cárcel por beneficiarse directa e indirectamente de los negocios de Erick Archila, un funcionario del Partido Patriota tan corrupto como Alejandro Sinibaldi.

Y mientras tanto los delincuentes de la UNE; bien, gracias.