Columnas

Honorables diputados y la Ley de Aguas ¿para cuándo?

El agua es un impulsor  creador de vida y un elemento constitutivo de todos los seres vivos, todo lo que estimule o inhiba su  cantidad y su calidad, también afecta la biodiversidad, los bosques, la salud de los ecosistemas y por su puesto el progreso social de los seres humanos.

Una de las características de Guatemala es su riqueza hídrica, al ser bañado por 38 cuencas hidrográficas, que no son más que un sistemas de drenaje natural que conforman una red de 27,000 km. lineales, con un volumen de correntía estimado en más de 93,390 millones de m3 anuales.

Este es suficiente caudal para satisfacer todas las necesidades de agua para el consumo humano, para la agricultura, para producir energía y para el desarrollo agroindustrial. Sin embargo, solo el diez por ciento es aprovechado en todos los sentidos. El resto fluye con grandes niveles de contaminación, hacia, El Salvador, México, y hacia ambos mares.

En tal sentido,  como el uso del agua es arbitrario y anárquico, el país sufre de stress hídrico absurdo en todos los órdenes, porque agua sobra pero no existe una gestión integral del recurso.  Por décadas el país ha estado inmerso en el debate sobre la importante necesidad de regular el uso del recurso hídrico, sin embargo la falta de normativa y un  adecuado manejo y gestión integral del recurso,   ha llevado al uso y abuso por parte de algunos, y  a la escases o carencia del vital líquido para una gran parte de la población guatemalteca.

Lo anterior, pese a que en la Constitución Política de la República de Guatemala, textualmente cita en el Artículo 127, Régimen de aguas. “Todas las aguas son bienes de dominio público, inalienables e imprescriptibles”.  Su aprovechamiento, uso, y goce se otorgan en las formas establecidas por la ley, de acuerdo con el interés del solicitante. UNA LEY ESPECÍFICA REGULARÁ LA MATERIA.”, la cantidad de intereses creados, ha derivado que, nuestro país carezca de normas y mecanismos para la gestión, integral, eficiente y sostenible de los recursos hídricos del país.

En función de lo anterior, es impostergable el llamado nacional para que la población se pronuncie y se responsabilice sobre este bien natural base del progreso social de cualquier nación.  Por ello, debe promoverse un dialogo serio, franco y sincero entre los diferentes sectores de la sociedad guatemalteca, para  madurar sobre los bienes y servicios naturales a los que todos tenemos derecho, pero sobre los cuales también tenemos responsabilidades y desde este dialogo que los congresistas aprueben las normas de interés social, más allá de los intereses de uno u otro sector.  Aunque vamos bastante tarde para ello, más vale tarde que nunca.