Zamora ya tiene una cita con la justicia
Ayer, los diarios nos ofrecieron un paisaje realmente trágico, al informarnos detalladamente acerca del atentado terrorista en el hospital Roosevelt; un escenario desolador, que pinta de cuerpo entero la tragedia en la que los políticamente correctos han sumergido a nuestro país.
De repente, en medio del tétrico paisaje que describían las primeras páginas del diario elPeriódico, encontré una isla de diversión en la columna que José Rubén Zamora me dedicó, o que aparentó dedicarme, ya que en realidad está dirigida a la jueza Virginia Amparo de León Lara, a quien faltó el respeto con la obvia intención de que ella se excuse de conocer el juicio que enderecé contra Zamora por los delitos de calumnia y difamación.
Cuando escribió esa columna, José Rubén Zamora seguramente estaba en medio de una flatulencia cerebral de las que comúnmente lo acosan debido a sus excesos, sumado a que su abogado debe ser incompetente, porque en un juicio de imprenta, que es en donde él será juzgado, el juez no decide si el sindicado es culpable o no, a diferencia de los procesos a los que estamos acostumbrados; eso lo decide un jurado compuesto por cinco personas. Sí, más o menos como en las películas.
Eso significa que Zamora deberá multiplicar sus esfuerzos difamatorios por seis: los cinco miembros del jurado, que se eligen por sorteo, más la jueza, que ya es blanco de sus ataques.
Como Zamora no puede recusar a la jueza, debido a que no existe en este caso una causa de las contempladas para ello por la ley, entonces tratará, como el cobarde que es, de forzarla por medio de insultos en su diario, a que ella se excuse.
Coincido con lo que dicen la gran cantidad de mensajes que me llegaron con respecto a la columna de José Rubén Zamora –incluyendo los de mis financistas-: Está muy asustado; tiene miedo, y eso lo está haciendo actuar de forma estúpida.
En su escrito, José Rubén Zamora armó un árbol genealógico de militares tan amplio, que por poco y alcanza a su abuelo, el general Roderico Anzueto -de quien me cuentan que era un hábil jugador de patos en la época de Ubico-, con el torpe afán de amilanar a la jueza de León.
Zamora sabe que no tiene más salida que prolongar su agonía. La tentación de plantear un amparo –uno de esos que él ha criticado cuando es utilizado por los veteranos de guerra- es enorme, y me proporcionaría el indescriptible placer de una vista pública en la Corte de Constitucionalidad. De verdad deseo que lo haga.
José Rubén Zamora es el rey de esos personajes que pululan en los medios de comunicación, que no son capaces de enfrentar sus errores con dignidad, y que abusa de su condición de propietario de un diario, para litigar en la prensa y atacar a una jueza, haciendo gala de su proverbial cobardía demostrando, una vez más, que no es digno de ninguna credibilidad.
El 21 de septiembre a las 2 de la tarde, en el Juzgado Segundo de Instancia Penal, José Rubén Zamora tiene una cita con la justicia, esa que ha evadido a lo largo de tanto tiempo, después de difamar a mucha gente, en su mayoría mujeres.