Ser guatemalteco, obliga… (II)

Guatemala vive un momento nunca visto de bochorno e inmadurez política, de precariedad social, de violencia feroz.  Se comenta en redes sociales que esto es producto de un “voto equivocado”, pero se olvidan que los tres poderes y la sociedad misma están en crisis: la institucional y aparte la de valores.

Se ha olvidado que, a todo interés personal y aceptable dentro de la condición humana, se debe anteponer una conciencia ética y de los principios más básicos de vida, como la empatía y la conciencia del sufrimiento, pues para mientras vemos atónitos esta penosa “Torre de Babel”, las verdaderas víctimas de toda esta catástrofe todavía no importan lo suficiente.  ¡La crisis es integral!

Reina el caos y la división porque no se protegen valores fundamentales.   Funcionarios públicos mejoran notablemente su propio nivel de vida, sin dar a cambio lo que les fue requerido, como por ejemplo las capturas pendientes de los ex funcionarios más buscados por monumentales casos de corrupción que, según datos de prensa, siguen viviendo como magnates con ayuda de algunos civiles que se beneficiaron del dinero que debió estar en el Roosevelt, en las escuelas, así como los ya “eternos” juicios a los dos ex gobernantes y sus socios del crimen, más dignos de una serie televisiva que de un proceso judicial eficiente.

El pueblo común –del cual formo parte como madre y ciudadana-  está cansado de ver la vergüenza política que vivimos, con problemas urgentes sin resolver, mientras que las mayores preocupaciones y temas “tendencia” de discusión no son sino chismes de nuestra decadente política chapina, la cual se ha vuelto una telenovela  en vez de ser un mecanismo para garantizar una vida medianamente digna para los guatemaltecos de bien.

Las personas han llegado a ignorar y a ningunear el daño espiritual y moral que carcome a esta nación.  Se niegan a condenar, por ejemplo, a criminales en todo ámbito de vida: desde hogares, colegios, universidades, hasta lugares públicos.  Algunos parecieran estar durmiendo cómodamente su sueño de fantasía ¿o acaso de conveniencia?  No todos son conscientes de la debacle social que estamos viviendo, de la bajeza moral que campea en buena parte de la sociedad.

Propongo, para comenzar, la revisión de un código penal que data de 1973.  Creo que la reincidencia delincuencial puede responder a este punto, que ata de manos y pies a los juzgadores.  Segundo, retomar con urgencia y seriedad el tema de la reinserción social dentro de los centros carcelarios. Bien vale la pena un diálogo académico y científico, acerca de la pena de muerte y los castigos para la corrupción.  Es momento de dar trabajo voluntario por una patria digna.  Hay material científico valioso publicado que debe aprovecharse pues, para los que no se han dado cuenta, el agua ya nos llega a la cintura.  A los demás funcionarios y a los poderosos de nuestro país que inciden en nuestra vida política, como ciudadana, les pido: ética, conciencia y honestidad.

http://s21.gt/2017/08/20/ser-guatemalteco-obliga-i/