Columnas

Guatemala frente al desenfreno

Algunos amigos  con quienes comparto reflexiones en torno a la vida humana, expresan que en la actual coyuntura político-social, existe un crecimiento de la conciencia crítica.

Como muchas manifestaciones que  acontecen en el mundo, fruto del descontento y de la inconformidad ante las formas de cómo se conducen las cosas desde la administración del Estado,  en Guatemala se  protesta por los mismos motivos,  en las calles de la ciudad. Las voces se encaminan a rechazar, entre otros temas,  los actos de corrupción, lo cual es bueno y saludable para la sociedad guatemalteca y una seria advertencia para quienes hacen política partidaria.

La diferencia de estas protestas de los sectores urbanos de capas medias, respecto a las masas campesinas, obreros, movimientos del sector público y magisterial, es que éstas protestan porque exigen el cumplimiento de sus derechos humanos, como lo es el derecho al trabajo digno, a la alimentación, a la salud, a la tierra, a la vivienda, a la educación con calidad, a la seguridad ciudadana. No pretendo medir quienes tienen más razón que otras, porque las dos naturalmente están entrelazadas en tanto la corrupción afecta todos los programas sociales del Estado.

Lo interesante sería que las capas medias acomodadas del área urbana, hicieran suyas también las causas de los más desposeídos de la sociedad guatemalteca. Que asumieran una posición crítica y propositiva de cómo resolver el problema de la falta de acceso a una educación con calidad, a una vida saludable en la cual la red hospitalaria sea adecuada y con medicamentos pertinentes, a la prevención de la salud, al mejoramiento de un ambiente sano libre de contaminaciones, al resguardo del bien agua, a la producción de alimentos para una población en la cual el 50% de la niñez sufre de desnutrición, a la generación de empleo.

Pero también nos gustaría que estos sectores inconformes de capas medias para arriba, lucharan por la justicia social, por un equilibrio en la exploración y explotación de nuestros recursos naturales como es el caso de la minería y de las hidroeléctricas. Que los estilos de vida de consumo fueran más modestos para resguardar la biodiversidad. Nos gustaría verlos trabajar por la dignidad ciudadana de los pueblos originarios y por la equidad de género. Escuchar por ejemplo cuáles son las propuestas para atender las demandas de la niñez, de la adolescencia, de la juventud y del adulto mayor.

Me gustaría que estas capas medias y sectores acomodados que hoy protestan en contra de la corrupción y por supuesto con justa razón, asumieran también en la práctica un compromiso con la democracia económica, social y cultural, porque sólo entonces, ésta alcanzaría su verdadero significado.

Me parece que encaminar solamente  la  lucha por la corrupción y la transparencia, no es suficiente, pero si necesaria. El fondo es hacia una sociedad en la que los niños accedan a la salud y a la educación, que los jóvenes puedan cumplir sus sueños de estudiar, hacer deporte y arte, que las mujeres sean respetadas en toda su dignidad, que se cumpla el derecho al trabajo, a la vivienda, a la seguridad ciudadana y que los pueblos originarios tengan presencia real en la vida nacional.

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