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La naturaleza nos pide cuentas

Ahora que estamos viviendo la época del invierno, los campos están verdes porque los bosques, plantas y cultivos viven los mejores momentos con las aguas de la lluvia. En varios lugares, un buen porcentaje de familias espera que habrá comida porque los cultivos están creciendo bien y los árboles frutales harán su aporte. El gozo abunda porque pase bien el invierno este año ya que la caída de la lluvia se asocia con la abundancia de cosechas que servirán para todo un año de vida familiar. El excedente es para el mercado local y nacional.

En la medida que transcurre el invierno, hay algunas preocupaciones al observar hechos como deslaves en varias partes, inundaciones de poblados, ciudades y comunidades, huracanes, la acentuación del calor y poca caída de lluvias en otras subregiones del país o en otras latitudes. La poca lluvia que cae provoca escasez de alimentos y pone en riesgo la vida de las personas.

El mundo entero se ha dado cuenta de que hay acciones de las personas que han hecho mucho daño al equilibrio de la naturaleza y que sus consecuencias están provocando alteraciones en la vida de todos los seres vivos. Entre los hechos del hombre están el exceso de contaminación del aire y del agua, tala inmoderada de árboles y eliminación de bosques enteros y alteración de las tierras al dedicarlas al cultivo de determinada clase de plantas. Pueblos del mundo se han dado cita en los últimos 60 años por la búsqueda de políticas, estrategias y acciones que sirvan para la conservación del hábitat de la humanidad.

Científicos de todas partes y culturas del mundo, sostienen la necesidad natural de mantener las relaciones entre todos los seres vivos que habitan sobre la tierra, hay argumentos y prácticas que demuestran que los daños causados a las plantas repercuten en la conservación del agua o la desaparición de algún animal en el bosque altera el equilibrio porque abundan otras especies. La vida se sostiene entre todos y para todos.  Las personas no podrán vivir más si desaparece el agua, si se ensucia exageradamente el aire, si se secan totalmente las tierras cultivables, si se eleva mucho el calor. Corresponde a las personas de todo el planeta cuidar la vida de los elementos del medio ambiente.

Ahora la naturaleza nos pide cuentas: cada deslave es una queja, cada inundación es una llamada de atención, un huracán es anuncio de muerte y la desaparición de nacimientos de agua es aviso de que las personas deben migrar o esperan la muerte allí. En este plano, nos corresponde democratizar la visión del mundo con que se cuenta e identificar aquellas que reconocen la vida y las relaciones entre los elementos de la naturaleza, que la persona debe cuidar su hábitat y que la conservación de la naturaleza es vida para las futuras generaciones en el mundo.

En Guatemala, tenemos que retomar y fortalecer seriamente el significado del “país de la eterna primavera”, qué argumentos nos exige comprender y qué acciones personales e institucionales a asumir responsablemente para devolverle el perfil de florecimiento permanente de sus árboles y plantas y el color verde que por siempre será expresión de vida en todos los rincones del país.

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