Por la reconciliación y la paz
Oportuna es la visita del Papa Francisco I a Colombia. Siempre se ha dicho que es difícil aprender en cabeza ajena. Los periódicos del mundo se hacen eco de esta visita fundamental para América latina. Se menciona que tal vez sea el líder que un país que firma la paz después de un largo y doloroso conflicto necesita. Tal vez sea la esperanza que todo un país necesita para cerrar las heridas y abrir una vía al fortalecimiento de una nación sólida y democrática.
La enseñanza para Guatemala parece clara. Aquí se necesita un líder, que no aparece en el horizonte. Que proclame la reconstrucción de la República que hable de paz y reconciliación sin convertir esta bellas palabras en una fuente de confrontación y discrepancias. Como dicen los columnistas del New York Times, el Papa instó a los colombianos a enfrentar la paz sin fanatismos políticos, con el ánimo de reconstruir un país lleno de esperanza por el futuro. En Guatemala hay que reconstruir la República sin rencores, sin olvidos pero sin venganzas. Para construir la paz es indispensable construir una cultura nacional. Esa cultura tiene que ser la consciencia de un país eficiente, solidario, equitativo y educado.
Para el caso de Guatemala, después de dos décadas de firma de la paz, los avances son mínimos. Destacables, sí. Pero no lo que espera todo un país. Es indispensable un liderazgo qué se olvide del pasado. La memoria histórica tiene que reconstruirse, pero solo como ejemplo de un dolor y una vergüenza que no tiene que repetirse. Ningún castigo a líderes de izquierda o derecha devolverá la vida ni la inteligencia de tantos seres exterminados. Lo hecho, hecho está. Ahora lo que se tiene que construir es un nuevo proyecto. Democrático, solidario, respetuoso de la naturaleza.
Será que los guatemaltecos estamos asustados con la palabra paz. ¿Por qué igual qué en Colombia, la paz es nuestro nuevo conflicto?
Para construir la paz se necesita de un proyecto país, en el caso de Guatemala ¿será un proyecto naciones? Este proyecto tiene que tener como fundamento un sistema económico no de pocos empresarios multimillonarios como el actual, sino un sistema de millones de empresarios, que compitan sin destruir la naturaleza por generar empleo de calidad, consumo equitativo y convivencia pacífica de todos los factores productivos. Que genere un sistema de educación de calidad para todos, principalmente en educación primaria que abarque al conjunto de la población y educación media, principalmente técnica.
Un proyecto nación, o un proyecto país tiene que calar en las entrañas del pueblo. Será difícil encontrar un chapín que no quiera la paz, y que no quiera que Guatemala sea reconocida en el mundo como un país alfabetizado, democrático, equitativo, pacífico y progresista. Es la hora de olvidar el odio y la desesperanza, es un momento para construir un nuevo país, que pueda decir sin temor que va a cumplir 200 años de ser libre.
Sí viniera Bergoglio, su discurso sería el mismo. Paz y reconciliación. Pero ese día de construir una nueva Guatemala, con equidad de razas, bienestar generalizado y con un futuro claro solamente se alcanza sí es un sentimiento compartido por todos.