Un triunfo transformado en fracaso pero con la protección de Dios

El 14 de septiembre, umbral de la simbólica fecha de la independencia patria, digo simbólica porque lo que debiera ser efectivamente un símbolo de gran reconocimiento y celebración nacional, se ha transformado en simbólica por no corresponder a nuestra verdadera, confrontada, muy triste y cruda realidad.

En parangón, me imagino a un perro, moviendo la cola, cuando mira al amo, y muy agradecido, con la lengua de fuera, jadeando con sentida felicidad, salta y se excita esperando que le suelte la cadena o se la ponga para sacarlo al parque.

Tendrá conciencia aquel noble animal de lo que significa la libertad, o cree, que el amo se la da o se la quita de acuerdo con su voluntad de dueño.

Se dará cuenta que el espacio que considera suyo, cuando lo quieren limpiar, lo arrinconan y su soberanía perruna solo es una ilusión, y es el amo quien dispone de todo lo que considera propio a su antojo y como se le da la gana.

Y casi siempre, ni siquiera es el amo, le toca al guardián ser el encargado de esos menesteres. Y el pobre chucho también le tiene que mover la cola para poder comer y que le permitan sentirse dueño.

Finalmente, lo que logra el domesticado animal es poder ladrar y amenazar a otros perros, que atemorizados le huyen reconociendo su espacio. El de este perro que resulta más malvado y peligroso que su propio amo.

Así son siempre, se echan sumisos frente al amo y muerden furiosos a los demás.

Claro, esta mini historia, se refiere a perros, aunque a veces se puede confundir con relatos entre los humanos… Cualquier coincidencia es producto de su imaginación… Sin palabras.

Es tal el temor que ha sembrado el terror, que estamos aprendiendo a hablar y escribir en forma de parábolas, a meterse el celular en partes incómodas, hablar en voz baja no solo en los bancos, donde a uno lo regañan por cualquier cosa, aunque sean ustedes los dueño del pisto. Todo este rarísimo proceder para dejarle a la imaginación interpretarlo, sin mencionar a nadie.

Pero como lo han constatado investigadores de la Northeastern University de Boston don Edmundo- continuó-  los seres humanos somos animales de costumbres. Por esa razón parece que fácilmente nos acostumbramos a todo.

Así nos acostumbramos a la persecución y nos hicimos los babosos, en la época de la represión. Nos acostumbramos a las dictaduras, y nos volvimos invisibles

Así asistimos al parque central sintiéndonos héroes en vez de borregos.

En fin don Edmundo – continuó diciéndome en la paz de su despacho el licenciado Julián Barillas- será cuestión de acostumbrarnos.

Que protesten otros, yo me hago el disimulado, Que se den color otros mientras pasa el vendaval.

Se atienen a la sentencia popular que afirma – no hay pijazeada que dure cien años, ni imbécil que se la aguante – cambió el refrán con cierta indignación reflejada en el rostro.

Pero disculpe don Edmundo – se rectificó a sí mismo- lo que le quería comentar – retomó el hilo de la conversación – fue que el 14 de septiembre, salí de mi bufete y para encaminarme a mi casa y para no abrumarme con el tránsito del bulevar Liberación, siempre busco la forma de salir a mi carril izquierdo, desde Los Próceres pasando por abajo del obelisco y saliendo directamente a esa vía, en el carril que me corresponde.

De otra manera, tendría que pedir paso con la mano afuera de la ventanilla para llegar a mi sitio y se corre el riesgo que le arranquen el reloj, o en lugar de un gesto amable, cediéndole el paso, puede ser que le aparezca la punta de una pistola exigiéndole, no sin antes recordarle a su santa madre, el celular y todo lo que lleva.

Por esa razón desde Los Próceres salgo al Liberación, de una vez en mi carril, y eso me evita hacer cara de mendigo, suplicando y sonriendo al mismo tiempo, para que con rostro de perdona vidas, alguien me dé el paso.

Nadie piensa, que metros más adelante, estará haciendo los mismos gestos en busca de misericordia.

Como siempre – don Edmundo – aquel día, los cuatro carriles topados de carros, en esa fecha agravada la situación, por una razón sumamente emotiva.

Era la algarabía de cientos de muchachos corriendo con el rostro henchido de patriotismo, alternándose unos con otros sus antorchas patrias encendidas con confiado amor, entusiasmo e inocencia plena, de sentir con su corazón sobre palpitado por lo auténtico de su esfuerzo físico, en honor a su amada nación don Edmundo. Haciéndose notar y esperando aplausos-  hizo un breve silencio, don Julián y suspiró, como recordando sus tiempos de juventud, quedándose callado por unos segundos.

Así me sucedió durante todo mi trayecto –continuó– vendedores de banderas, banderitas y chucherías, confiando en hacer sus centavos, en aquel día, preludio de la fiesta nacional.

Yo mismo, en el túnel del Obelisco, bajé la ventanilla y recurrí a unos deliciosos chicharrines, que me hicieron olvidar la dieta, pero que metros más adelante arreciaron mi sed, afortunadamente otra señora, con traje típico, alargaba sonriendo botellas con agua fría, que yo casi le arrebaté, pagué con gusto y bebí como agua bendita.

No cabe duda que nuestra gran ciudad, es una réplica del territorio nacional. Se pasa del frío acalambrado al calor infiernístico en unos momentos, igual que de la selva a las playas en poco tiempo. Así pareciera nuestra gran ciudad. Lloviendo en una zona y gran sol en otra. Antorchas en la Petapa. El Teatro Nacional lleno a reventar, con ciudadanos disfrutando del espectáculo con motivo de la pre celebración principal del 15.

Los patojos ilusionados, lustrando zapatos y planchando uniformes para la gran fecha, donde podrá desfilar y coquetearle a la novia, que deslumbrada, verá a su príncipe azul, en marcial y festivo paso, tocando alegremente música popular adaptada al estilo de la banda, danzando con el trombón, las liras sonando como metálicas marimbas y el regocijo en medio de aplausos de toda aquella gente que a los lados de las calles espera jubilosa el paso del desfile del esperado por ellos 15 de septiembre.

¡Ah pero gran sorpresa! Los planes de un grupo militante y con consigna había dispuesto, con gran despreocupación, por el respaldo logístico y mediático con el que cuenta, aguarle el cumpleaños a la patria y a quienes conscientes de la fecha o no, se contagian de la idea de que somos libres.

El ultrajado parque central, el escenario escogido para hacer la primera escena.

Las cámaras de CNN listas para transformar la agresión en una rebelión nacional, que nada tenía que ver con lo que sucedía en todas las calles del país, que bañadas de azul y blanco celebraban la fecha.

La televisión que antes servía solamente los intereses de sus dueños, ahora, también como parte de la gran operación de insurrección de actores disfrazados de pueblo, difundían con orgullo y sin pena, la destrucción del escenario principal de la festividad, a patadas por un grupo de inconscientes, tontos útiles, que sumaban menos que un equipo de futbol.

Una muchacha con la emoción reflejada en el rostro lanza el atril con el escudo nacional al piso, con cara de incredulidad de semejante acción frente al imponente Palacio Nacional.

Seguramente cuando vea su rostro retratado por la historia, y en otras circunstancias, querrá borrar de su memoria, el siniestro espectáculo.

Y un señor alto y delgado, con el placer reflejado en la ira orgásmica de sus facciones, lanzando el macetero de las flores de un punta pie y en arrebatada faena, tirando sillas y lo que estuviera a su alcance en distintas direcciones. No más de 10 salvajes, destruyendo sobre el escenario lo que mucha gente con sus hijos esperaba enfrente presenciar junto a funcionarios, diplomáticos y pueblo acostumbrado a ir ese día con su familia al acto solemne de izar la bandera patria.

No pudieron arrebatarles la bandera a los cadetes – que por cierto de alumno del Instituto Nacional Central para Varones no nos caían tan bien, porque nos disputaban las novias, por el efecto hipnotizador del uniforme – que tenían la misión de colocarla en el asta de honor e impidieron, protegiéndola con su propio cuerpo, que la mancharan de rojo, como era la intención declarada a gritos, de los exaltados por contrato. En actitud gallarda y sin perder la cordura, custodiaron la insignia hasta que, marchando salieron del dantesco escenario.

Ver a la turba vociferando y contenida por las autoridades de la policía militar, soportando insultos y agresiones. Ver pasar a los cadetes frente a ellos, sin mostrar ningún gesto que alterara su compostura, me causó escalofríos don Edmundo. ¡La verdad, no quiero pensar lo que hubiera pasado, si logran arrebatarles el lábaro patrio! ¡No quiero imaginar, lo que hubiera sentido si en lugar de nuestra sagrada insignia, hubiera visto ondear la otra bandera de franjas de colores, que llevaban, sustituyendo nuestro pabellón nacional!

Cómo un pequeño tornado del campo, que levanta hojas y polvo, pero nada más, se alejaron del lugar, dejándolo devastado y a la gente aterrorizada y humillada.

Sin deseos de celebrar, mucho menos, el triunfo de quienes, por primera vez en la historia patria, lograron que se suspendieran oficialmente los festejos de celebración del 196 aniversario de la, al parecer, inútil independencia patria. ¡Qué barbaridad! y, un crimen mayor ¡Aplaudir con cualquier pretexto o indigna causa, semejante afrenta!

¡No tiene justificación!

¡Ninguna calentura política puede celebrar asaltos de este tipo! –hizo énfasis en su enardecido comentario–.

Pero no fue suficiente, tenían que coronar la celebrada y difundida revuelta nacional de redes y medios increíblemente comprometidos con semejante propósito Don Edmundo – continuó su relato

Y la segunda escena, de la película de terror, siempre mediáticamente cubierta, se trasladó con su séquito de comunicadores, al Congreso de la República. Origen de un pretexto que les fue puesto en bandeja de oro, inaceptable por inoportuno, repudiable y suicida, para rearmar condiciones de rechazo plenamente válido, después del fracaso que habían tenido por haber perdido la ilegal causa del antejuicio.

El argumento de la segunda escena demandaba tomar de rehenes a los diputados por muchas horas.

Encarcelados, en su propio recinto, sin protección ni auxilio, ante la negligencia y rebelión, por su abierta resistencia a la legalidad, del Ministerio de Gobernación que no quiso darles el debido auxilio.

Me contaron que la rebelión, del fiscal hecho ministro, que no sabe a quién obedecer. Solo recibió un regaño, ojalá no fuera cierto, como muchacho malcriado, en lugar de su destitución.

El humillante empujón al director general de la Policía que lo hizo caer de espaldas al suelo, sin ninguna consecuencia, era ya un anticipo de la posición del jefe jerárquico del humillado director.

Más claro, solo que uno se quiera hacer el baboso.

Jueces de Paz sin ninguna posibilidad de realizar exhibiciones personales, sin consecuencias, frente a la flagrante obstrucción a la justicia.

Nadie con autoridad civil, se animaba a ordenar la disolución de la turba, que empoderada, exigía para liberarlos, que se conociera de nuevo el antejuicio y renunciaran después los diputados.

Una manera rara de tipificar la recompensa que se exige para perfeccionar el delito de secuestro. Pero para esos los jueces no sirven.

No está en los protocolos, como acostumbran a decir, de sus recientes obligaciones obligatorias.

Agarré mi código don Edmundo- me dijo don Julián – tomándolo de su escritorio – para ver si habían derogado algunos delitos sin darme cuenta, pero no ha sido así.

Continúan como acciones antijurídicas y culpables – me ilustró con una forma distinta de llamar a los delitos… Y me leyó textualmente.

Le leo lo más leve – me comentó – por ser lo mínimo que se hubiera podido invocar legalmente, para no tener que referirme a la clara sedición, secuestro, privación ilegal de la libertad y otros delitos imputables en este caso. Estoy seguro, que si hubiera sido al revés, los alzados detenidos en iguales condiciones, se habría llevado la tiznada a los hechores, con la celeridad a que nos tienen acostumbrado las autoridades judiciales, el procurador de los derechos humanos, que andaba de paseo en los altos ese día, la Corte Suprema de Justicia, la Corte de Constitucionalidad, todos los tribunales con heroicas excepciones como en el caso de los hermanos Valdés Paiz y el juez Moto, y otras dependencias, responsables de velar por el estricto cumplimiento de la ley… pero solo, cuando les parece conveniente, interesado, obedientes y oportuno.

DESORDEN PÚBLICO. Artículo 145. Comete el delito de desorden público: 1) quienes turbaren el orden en la audiencia de un tribunal o en actos públicos o en los actos públicos o sesiones de una corporación o de cualquier autoridad. 2) Quienes causaren tumulto o turbaren gravemente el orden en un establecimiento público o abierto al público, en centros de cultura, o destinados a reuniones ocasionales o permanentes, espectáculos, solemnidad o reunión numerosa. 3) Quienes en lugar público, o en cualquier asociación o reunión numerosa, ostenten banderas o símbolos que provoquen directamente a la alteración del orden. 4) Quienes impidieren o estorbaren a un funcionario el cumplimiento de un acto inherente a sus funciones. Los responsables de desorden público serán sancionados con prisión de seis meses a un año y multa cincuenta a quinientos quetzales. ULTRAJE A SIMBOLOS NACIONALES: Artículo 416. Quién públicamente ultraje, menosprecie o vilipendie bandera, emblema, escudo o himno nacionales, será sancionado con prisión de seis meses a dos años.

Bueno don Edmundo, el 15 de septiembre del 2017, esos delitos no existieron en todo el territorio nacional – dijo con gran preocupación.

Pero en sentido contrario don Edmundo –me dijo emocionado–  Dios estuvo del lado del pueblo, que gracias a su voluntad divina, estuvo ausente y salió ileso de toda esta tragedia nacional don Edmundo –inició otra reflexión– que a primera vista, me pareció contradictoria.

Vea don Edmundo –comenzó– La pérdida del antejuicio la prepararon para que fuera una derrota en lugar de un triunfo a favor del Presidente frente a la acusación sospechosamente política como lo declaró la comisión pesquisidora.

Comenzaron preparando a la opinión pública haciendo difundir masivamente una mentira desde la madrugada de ese lunes que la comisión pesquisidora había tomado la decisión de quitarle la inmunidad al mandatario.

Y lo hicieron viral y todo el mundo, incluso la parte oficial lo aceptó sin replicar, como verdad, siendo una mentira.

Querían que si el congreso decidía lo contrario, tal y como aconteció, la decisión fuera tomada como espuria y en contra de la recomendación de la comisión, extremo que no era cierto.

Y se lo voy a demostrar, don Edmundo, con un solo hecho irrefutable- me conminó.

Si hubiera sido cierta esa mentira transformada en verdad, por los medios comprometidos y sus redes, el Presidente de la comisión no hubiera razonado su voto haciéndolo público después de la decisión del grupo.

Manifestó en solitario a los medios de comunicación en el Salón del Pueblo del Congreso. Que él si quería que le quitaran la inmunidad al presidente.

La lógica elemental nos grita, que no tenía ninguna razón de ser el voto del señor diputado si sus compañeros de comisión hubiesen coincidido con él en relación con levantarle el antejuicio al mandatario.

Si hubiera sido unánime esa decisión no era necesario el voto razonado por el disidente del resto de la comisión… Lo entendió don Edmundo – hizo énfasis abonando en mi ignorancia en esos temas – Entendí licenciado- fue mi respuesta.

Después para revivir la acción contra el Presidente, le Pedían que vetará una ley, que no había sido del conocimiento de su despacho todavía.

Y que después nunca se transformó en ley por propia decisión de los diputados culpables de haberse hecho los principales aliados de sus detractores, y también por la decisión de la corte de constitucionalidad en su enésima decisión ilegal, que asume de manera colegiada, ya que, no siendo un acto concluido, por no haber nacido a la vida jurídica sin la sanción y promulgación que exige la ley, decidieron anular una ley que no existía como ley en el tiempo y forma que lo hicieron.

Así anda la Corte Celestial, cuando le “sugieren que actúe” don Edmundo – me afirmó con ironía- Pero gracias a Dios querido amigo. Gracias a Dios con ese acto, la Corte se pegó un tiro en el pie, ya que desactivó el pretexto para botar al presidente y fastidió los planes de sus aliados.

En algún otro momento le contaré todos los vicios y ¨horrores¨ no errores Jurídicos que tienen esas resoluciones tomadas para acelerar los cambios que competen a la voluntad popular transferida en elecciones democráticas don Edmundo.

¡Así las cosas mi querido señor! Porque ahora me tengo que despedir y salir a otra reunión –se despidió y salimos de su despacho–.

Que podía contestarle al licenciado… pues la verdad nada.

Sí me conmovió el que se hubieran frustrado las ilusiones de miles de niños y jóvenes como a sus maestros,  a quienes les arruinaron el esfuerzo de todo el año para celebrar las fiestas patrias.

Pero Guatemala cuando no tiene quién la defienda, obligación del Presidente, como representante de la unidad nacional, se defiende sola…Y los muchachos y la gente celebraron en pequeño y en sus pueblos las fiestas patrias.

El escándalo en el Congreso y en el Palacio, únicos lugares, borraron del calendario por primera vez en la historia guatemalteca, la celebración oficial de sus 196 años de independencia al parecer en suspenso por decisión ajena.

¿Quiénes son los responsables? Los que gritan y escandalizan en todos los lugares que se los permiten y protegen solo son ejecutores materiales por intereses y consignas ranciamente fermentadas y a quienes todos conocen.

Algún día se tendrá el valor de decirlo a los cuatro vientos, y entonces los oportunistas y vende patrias, se sumarán al coro, señalando a los culpables.

¡Así somos¡¡Así nos enseñaron para apagar los incendios que se generan en nuestras conciencias con actitudes entreguistas sin justificación política ni moral!

¡Por cuanto tiempo no sé¡¡Pero no hay mal que dure cien años…ni enfermo que los aguante!

Yo de momento me olvidaré de toda esta tragedia porque tengo que correr para dar un fuerte abrazo y llevarle un presente… porque hoy 17 de septiembre, dos días después de la independencia, razón por la que dice que nació salvajemente libre, es el cumpleaños de mi mejor amigo y querido mentor… El licenciado Danilo Roca. ¡Salud!

Foto: @MynorLorenzo_GT / Twitter

Danilo Roca (Edmundo Deantés)

Jurista, analista político, luchador por la libertad.