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Aprender a ser: educación y ciudadanía

La educación tiene como función esencial desarrollar en las personas la libertad de pensamiento,  tener y expresar su juicio propio, fortalecer sentimientos hacia los demás y desplegar la imaginación que se necesita para el crecimiento de una gran diversidad de talentos para la vida que le permita a cada uno(a) alcanzar la plenitud de su destino, demostrando sus capacidades personales e individuales, en el contexto social actual que requiere de una amplia gama de visiones y dimensiones en una sociedad conectada, donde la comunicación ha adquirido un papel fundamental para el establecimiento de relaciones sociales permanentes que hacen posible y apoyan la cotidianeidad.

Para J. Delors el desarrollo tiene por objetivo el despliegue completo década uno(a) de toda su riqueza en la complejidad de sus expresiones y de sus compromisos. Es individuo, miembro de la familia y de una colectividad, ciudadano, productor, inventor de técnicas y creador de sueños. En palabras de Delors “la educación es ante todo un viaje interior, cuyas etapas corresponden a la maduración constante de la personalidad. En el caso de una experiencia profesional positiva, la educación como medio de realización, es a la vez un proceso extremadamente individualizado y una interacción social interactiva… para que florezca mejor la propia personalidad y se esté en condiciones de obrar con una creciente capacidad de autonomía, de juicio y de responsabilidad personal”.

El concepto de competencias educativas  adquiere revuelo al ser la educación un contexto de referencia para la renovación  de la misma educación y de la democracia, por su dependencia de la ciudadanía como protagonista  del fenómeno político, de la democracia que se fortalece  en las sociedades que buscan ser más igualitarias. Esto ha generado mucha resonancia en sociedades donde la madurez democrática ha sido más difícil, como por ejemplo Guatemala donde aún  es una aspiración para las grandes mayorías sociales las posibilidades  un mayor consumo, como un derecho social o de acceso a la riqueza nacional, y un derecho de toda la población, igual que votar y contar con educación ciudadana. Trabajo, educación y consumo son los derechos humanos que tienen que ser mayormente fortalecidos en este país. Son estas tres las mayores demandas y ausencias que se tratan de resolver desde hace varias décadas y que no tienen respuesta  a nivel interno.

Para Simon Rychen Dominique por ejemplo, la comprensión de temas de política pública, la participación en procesos democráticos en sus instituciones  y la aplicación de los derechos humanos exigen una ciudadanía bien educada e informada para todos, al ser convertida en una realidad para la población, no tomada como bandera o derecho de las organizaciones de izquierda, ni del ciudadano de izquierda, sino de todos los ciudadanos sin distingo político, como pareciera que se está dando ya en Guatemala. Donde es el ciudadano de a pie, que ante sus limitadas condiciones sociales, económicas y políticos, ha tomado su destino en sus manos y está luchando por él, ante los limitados avances de la denominada “sociedad civil”.

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