Columnas

Caminemos con la USAC

La Universidad de San Carlos asumió entre otras organizaciones, el liderazgo de conducir pacíficamente a miles de ciudadanos como una acción de protesta contra el flagelo de la corrupción. Recordemos que a la Universidad le cabe el honor de ser, lo que afirmó el filósofo alemán M. Heidegger  “la conciencia lúcida” a fin de ofrecer una visión comprensiva de su propio ser y de su vinculación con el todo; o sea, la relación del ser con el deber ser que viabilice el enriquecimiento de la vida.

Significa que está llamada a asumir el cambio de las mentalidades en la sociedad en el sentido que le corresponde la enorme y compleja tarea de formar a la persona culta, al técnico y al investigador y darle significado a esta misión. Principalmente porque el tiempo que vivimos está surcado de temas centrales como la paz, los derechos humanos, la democracia, el medio ambiente, la calidad de vida, el desarrollo tecnológico, lo que exige que no puede estar divorciado de su entorno social e histórico. O sea, la Universidad es una institución para el bien público.

La presencia de la USAC y la AEU con el aval de todos los trabajadores, estudiantes docentes,  funcionarios, en esta magna manifestación por la dignidad y el decoro humano, le dio un alto significado a la expresión desbordante de la sociedad guatemalteca. A su vez, la compromete aún más para ofrecer orientaciones y claridades ante una realidad en donde se privilegia el individualismo favoreciendo el “conseguir” y “el consumir cosas”, o sea, el tener, más que el ser. Esto se traduce  que en su interior debe fortalecer su ordenamiento para privilegiar la academia, la formación de competencias profesionales, la investigación y el sentido de los valores ciudadanos sobre la base de principios axiológicos y éticos.

Este accionar, es el primer paso en esta nueva etapa de la historia de Guatemala. Se logró entre otras cosas, el fortalecimiento de la conciencia ciudadana, principio motor de los cambios esperados para alcanzar una mejor sociedad, que debe convertirse en la palanca que apuntale otras exigencias para darle cumplimiento a la lucha contra la corrupción y a favor de la transparencia.

Habrá que tomar en cuenta que el fenómeno de la corrupción, siendo uno de los problemas que corroe el cuerpo de la sociedad y del Estado, es apenas la epidermis de problemas mucho más profundos que no podemos dejar de asumir. Hoy unos y otros están en contra de la corrupción, pero si pensamos en cómo superar el drama de la pobreza, la desnutrición infantil, la falta de empleo, la mala calidad educativa, un sistema de salud que hoy más que nunca privilegia lo privado en contra de lo público, la exploración y explotación de los recursos naturales de manera irracional, el racismo, la discriminación de género, el remolino de la violencia, la evasión fiscal y la narcoactividad, entonces las respuestas a estos problemas, serán diferentes y hasta enfrentadas con poca viabilidad para encontrar coincidencias. En el fondo, se trata  qué unos tienen poco, y otros tienen mucho y esto hace complejo el logro de acuerdos básicos, como es la superación de la desigualdad social.

Me parece  que el primer paso es entonces, llevar a la práctica  aquello en el que todos estemos de acuerdo, para avanzar sobre consensos de bienestar. Sin embargo, es necesario dar otros pasos por difíciles que sean, a fin de que  la coyuntura política de la epidermis, no escamotee   las verdaderas causas de nuestro drama social y superar así, los ciclos constantes de la profundidad de nuestra crisis nacional.

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