Figurín figurero quien te figuró
En el país del realismo mágico, pareciera ser que nos hemos acostumbrado a la existencia de historias, intrigas y a toda clase de fenómenos paranormales ciertos o inventados por la imaginación de nuestros habitantes, o por la conveniencia de los titiriteros que conducen esta bella nación.
No es casual que Miguel Ángel Asturias recopilara la tradición oral guatemalteca en su obra Leyendas de Guatemala, y que Héctor Gaytán lo hiciera a su vez en La calle donde tú vives, que ambas obras relaten las leyendas e historias de los principales pasajes enigmáticos y extraordinarios de nuestros relatos criollos desde la época de la colonia hasta nuestros días. Tampoco es casual que, en la tradición oral de nuestras comunidades originarias, existan historias y leyendas de personajes crosculturales como Maximón y otros relatos que enriquecen lo que queremos expresar.
En la historia reciente encontramos relatos que van desde “me lo contó un pajarito”, “como quien dice”, “lo escuché por allí” y otra serie de muletillas para evadir o acusar que yo no lo dije o, no soy responsable del chisme, y así sucesivamente, una suposición o mentira la convertimos en una verdad al estilo Joseph Goebbels, el ministro para la ilustración pública y propaganda del Tercer Reich, quien acuñó el termino una mentira repetida mil veces se convierte en verdad.
La prensa en general se ha convertido en el principal conducto para la proliferación de mentiras y son los medios de comunicación, los encargados de repetir mentiras y convertirlas en verdades para los intereses de personajes mezquinos del acontecer nacional. De esa cuenta no es de extrañar la mediatización de las acciones encaminadas por el Ministerio Público y la CICIG, en todos los casos de impacto o no, pues muchos son realmente de impacto y otros solamente los utilizan de relleno para levantar su perfil cuando este va cayendo por su ineficiencia y la politización de la justicia y la judicialización de la política.
Tal el caso de acusaciones que son faltas administrativas, convertidas en delitos penales por la mediatización y la conveniencia de generar publicidad para levantar su perfil o destruir a sus detractores o los que consideran sus enemigos, por no avalar sus acciones y la falsificación o implantación de pruebas que no llegan a legitimar su accionar, pues hasta la fecha no han concluido ningún caso de los de alto impacto.
No es que estemos defendiendo la corrupción, pues hemos sido los primeros en denunciarla y destapar lo malo de la administración pública y cualquier acción que atente contra nuestra Guatemala y su población, a lo largo de nuestros 27 años de escribir la historia.
Lo cierto es que no estamos a favor de los malos procedimientos y malas acciones que únicamente dividen a la población guatemalteca y que traen consigo ideologías que nuevamente polarizan a nuestro pueblo, lo importante del caso es preguntarnos ¿a quién realmente representan los personajes obscuros que nos dividen? ¿Qué hay detrás de sus intenciones? ¿Si continuamos con el divisionismo, a dónde iremos a parar?
Por una nación libre, justa y solidaria.