Guatemala, en su laberinto
Guatemala está llegando al final de su encierro. Luego de dos siglos de incertidumbre, los problemas acumulados no pueden existir sin resolverse. Desde hace unos meses las contradicciones entre un pueblo noble y un sistema socioeconómico semifeudal, basado en la propiedad de una minoría y la fuerza avasalladora de la burocracia y la imposición ya no pueden convivir. Hagamos honor a las palabras de Dostoivsky: “¿Cómo no amar a nuestro excelente pueblo, tan ingenuo en su grandeza?”
La gente sale a las calles y busca ansiosa nuevos derroteros, en que las demandas por cambios y los acontecimientos de bancarrota del sistema político se acumulan de forma intensa y desordenada. El pueblo tiene claros sus objetivos, democracia, lucha contra la corrupción, odio a la impunidad, creación de una sociedad competitiva, equitativa y unida.
Los guatemaltecos hemos vagado por dos siglos en un gigantesco laberinto de contradicciones. Un sistema desigual de oportunidades de salud y educación de calidad, salarios de miseria para la mayoría, discriminación generalizada, machismo exacerbado. La concentración de la tierra y la propiedad no permiten el avance de una sociedad estancada.
Quién sabe si Shakespeare no pensaba en Guatemala al exclamar: “Oh, Dios. Yo que estoy encerrado en una cáscara de nuez, y aún así me considero el rey del espacio infinito”. El sueño del pueblo de Guatemala por alcanzar un futuro de paz, democracia y prosperidad se puede alcanzar la gigantesca concentración del 20 de septiembre ha mostrado un pueblo unido. Pero sin dirección política. Es necesario que se levante un programa de lucha por la democracia inclusiva. Diversos sectores se han manifestado por un nuevo amanecer de la patria. Se cuentan empresarios liberales, periodistas futuristas, universitarios progresistas, grupos indígenas dispuestos a una nueva vida, trabajadores y ciudadanos. Todos aspiran a ese nuevo desarrollo.
Pareciera que el centro de gravedad alrededor del que giran todas las consignas es la convocatoria de una asamblea nacional constituyente. Que genere una constitución que ponga las bases de una sociedad liberal democrática, que permita el pluralismo político-ideológico, que generalice la propiedad de la tierra, que se comprometa a invertir el 10% del PIB en educación de calidad, primaria y secundaria; que rescate la seguridad social y que permita la construcción de una sociedad eficiente y equitativa.
La tarea actual no es de un solo grupo, no es de un solo partido. Es de todo un pueblo. Todos los partidos, para ser creíbles y honrados tienen que levantar las banderas de la construcción de una sociedad democrática. El programa de todos los partidos democráticos tiene que contener el compromiso de invertir en educación y salud de calidad para todos los guatemaltecos, poner fin a la discriminación racial y el autoritarismo contra las mujeres, promover un proyecto de industrialización y apertura comercial en alta tecnología, fortalecer la estructura multinacional de la nación multiétnica, generar un proyecto de convertir a Guatemala en el país más desarrollado de Centroamérica.
El hilo de Ariadna que nos puede sacar del atraso y el estancamiento actual es la presión constante con el fin de consolidar los cambios para una Guatemala progresista.}