Estado, salud y alimentación
La sociedad guatemalteca es un mundo tramado por una tela hilada por el interés y el beneficio personal, no por la calidad profesional y personal, producto de muchos años de dominación y de dictadura. La democracia es reciente. No es una sociedad de ciudadanos libres e iguales con los mismos derechos, motivados por construir una comunidad nacional y local en la que impere el sentimiento de comunidad y de solidaridad con los demás. Podría decirse que es un sistema cerrado donde no fluyen los pensamientos e ideas de un modelo de vida más abierto a las influencias externas, sino que lo que impera es una ideología que dificulta lo público en beneficio de lo privado y por lo tanto hace muy difícil todo intento de afirmación reflexiva. Los poderes públicos reproducen este estilo de vida. Es una sociedad poco acostumbrada a verse así misma de una manera crítica y productiva. Cuando se dan crisis de impacto nacional lo que se impone es la crítica destructiva, descalificadora y el enfrentamiento social. No el interés colectivo, el diálogo ni la propuesta superadora.
La democracia es muy escasa en este país. Basta un ejemplo para traerlo sobre la mesa, producto de las políticas de exclusión histórica que han funcionado como una forma de control social que es la pobreza y la miseria. Es un país dividido entre ricos y pobres en donde los ricos lo tienen todo y los pobres nada. Esto se refleja claramente en la política alimentaria de este país. La desnutrición es campante en todas las regiones del país. Especialmente en las más alejadas de la capital. Las que no tienen educación, salud, trabajo ni alimentación. Son los que forman parte de ese gran ejército de seres humanos desnutridos sobre los que nadie se interesa. Ejemplo de ello fue la Ministra de Salud saliente que no fue capaz de superar el círculo vicioso, no virtuoso, de hacer del Ministerio de Salud un rector de la salud y de la alimentación del país, y, este 2017, como todos los años, un significativo número de niños mueren de hambre, 70 afirmó el actual Ministro de Salud. Se suponía que su capacidad iba a hacer la diferencia y a mostrar su conciencia social como persona representante de la sociedad civil.
Tanto las instituciones estatales responsables de esta epidemia como la Secretaría para la Alimentación, el MAGA junto a la Procuraduría de Derechos Humanos y la Comisión Presidencial de Derechos Humanos COPREDEH deberían tener como primera responsabilidad hacer realidad los derechos humanos de los más pobres, la alimentación es un derecho humano. Luego dedicarse a la problemática política electoral. Es lo primero que cualquier nación asegurar a la población en condiciones de vida limitadas. Es aquí donde muestra su capacidad cualquier Estado. Esto es lo primero. Luego viene el resto. Hasta cuando este país llevará sobre sus espaldas la terrible lacra del hambre y la desnutrición de la mayor parte de su población infantil. Mientras no resuelva esto su capacidad de dirección será muy débil.