Columnas

Después de la tormenta

La noche del 26 de agosto, el presidente Jimmy Morales desató una tormenta que duró solamente un mes. Un mes que para Guatemala refleja una eternidad. Cada cierto tiempo, el pueblo de Guatemala recuerda que su destino es ser un país líder en democracia y progreso social. Luego, cae en largas décadas de olvido y conformismo.

En una de esas largas noches de preparación de manifestaciones y sueños en procura de la democracia. Durante las cuales inmensos grupos de guatemaltecos de todas las divisiones sociales salen a las calles con el sentimiento de estar a las puertas de lograr las más altas aspiraciones de la humanidad: la construcción de una sociedad amigable con la naturaleza, eficiente y competitiva, equitativa y justa, democrática y pluralista. En una de esas noches visité, después de muchos años, la biblioteca nacional. Aspirando encontrar en viejos escritos históricos, una luz que permita vislumbrar las nuevas realidades de la nación chapina.

Grande fue mí sorpresa al descubrir un abigarrado escrito de Jorge Luis Borges. “Guatemala, el punto donde se encuentran todas las luces de la cultura”. En que el poeta oficia de estratega de la revolución democrática de Guatemala. Borges escribe que está entusiasmado por la fe del pueblo guatemalteco por la democracia. Es como un río que purifica de la muerte a las naciones. Es el esfuerzo de construir en una década maligna un país con democracia y equidad social. El poeta nos dice que soñó que la construcción de una constitución chapina, pluralista, democrática, sin violencia y sin prejuicios, que permitan a Guatemala alcanzar los grandes objetivos de salud y educación semejantes a los países más desarrollados eran una realidad potencial inminente.

Años después, en forma novelesca, pensando en otros mundos y continentes, el poeta concluye que los hechos históricos posteriores de violencia y destrucción deformaron hasta lo inextricable el recuerdo magnífico de aquellas jornadas.

Guatemala aspira a ser una nación basada en la soberanía del pueblo, en que los derechos a una vida prolongada, con educación de calidad, tranquilidad y gobiernos honorables, generen el deseo de vivir y aportar al bien común. Aunque la tormenta ya pasó, el origen de la vorágine está presente. La corrupción, autoridades ineficientes, y un país dividido y sin rumbo están presentes.

La enseñanza no es falsa, lo significativo es que todos los grupos sociales de Guatemala quieren originar un proceso que permita a Guatemala construir una economía liberal democrática, que de lugar a un país desarrollado después. Lo que nos cuesta comprender a todos es que nuestro pensamiento es limitado y unilateral. Tenemos que comprender que la democracia, la paz, la convivencia solamente se logra sí reconocemos que los otros grupos también tienen que aportar sus experiencias, recursos y cualidades.

Locke, lo había previsto, lo que nos ha ocurrido nos ha hecho lo que somos. No sé sí soñé o inventé el texto borgiano. Lo que es cierto es que el momento histórico es propicio para construir una nueva nación, un nuevo país, que basado en sus mejores tradiciones culturales e historia pueda construir un destino mejor.

TEXTO PARA COLUMNISTA

Cristobal Pérez-Jerez

Economista, con maestría en política económica y relaciones internacionales. Académico de la Universidad Nacional de Costa Rica. Analista de problemas estratégicos, con una visión liberal democrática.