Columnas

Vientos de esperanza

“Resiliencia” es la capacidad humana de sobreponerse a momentos críticos, adaptarse y superar la adversidad.

Busqué este significado porque necesito alimentar mi espíritu de ánimo, de fortaleza y de esperanza en la humanidad y en su capacidad de levantarse ante los desastres de todo tipo.

Aún hay mucho qué decir acerca de la vida política de nuestro país, cierto, pero habrá tiempo para seguir.  Hoy, mi mente se encuentra en un lugar más alto, desde donde se ve el mundo y sus acontecimientos más relevantes como un todo que me hace consciente de la fragilidad humana, de la necesidad de desarrollar esta capacidad para tener el coraje de volver a empezar, de reconstruir cada vida, casa, barrio, paisaje; desde cada persona, hasta cada país.

Las noticias del mundo recientes han sido devastadoras.  Hay conflictos políticos y sociales serios en diversas partes del mundo, como Myanmar (Birmania), en Asia, en donde se incrementó la violencia y las violaciones a los derechos humanos.   Persiste la situación de guerra en Siria, alimentada por los mega-poderes bélicos mundiales. Por si fuera poco, hay una amenaza de bomba nuclear para todo el mundo.  África no es la excepción, allá donde la miseria humana tiene monumento, esa es la regla, y el mundo parece haberse acostumbrado.

En América, tenemos la devastación causada por los fenómenos naturales, primero en los paraísos del Caribe, arrasados por huracanes, con el consecuente daño moral, económico y emocional para sus habitantes. Los mismos Estados Unidos  tampoco se salvaron de la embestida de cuatro huracanes (todavía con alerta de uno más).  En Guatemala y Centroamérica, las potentes lluvias desbordan ahora los ríos y sumergen poblaciones, todas pobres.

Renace la esperanza cuando recuerdo que Japón ha sido arrasado por tres terremotos de fuerza colosal, incluso, la mismísima devastación de la Segunda Guerra Mundial, que culminó con las bombas en Hiroshima y Nagasaki. El tsunami en 2011 le dejó muertos y desaparecidos en números de cinco cifras, e hizo más difícil la recuperación por los daños en la planta nuclear de Fukushima, la cual suministra energía.  Una y otra vez, Japón se recuperó notablemente.

El martes recién pasado, el navío “USNS Comfort”, atracó en San Juan, Puerto Rico, con una tripulación de 522 médicos y 70 marinos, diez pisos de alto, y capacidad para atender pacientes por miles con la más alta tecnología, incluido el banco de sangre más grande del mundo.  Una misión humanitaria que también se ha anclado en los muelles de Guatemala, Nueva York (caso Torres Gemelas), Nueva Orleans (huracanes Katrina y Rita), y tan lejos como el Golfo Pérsico e Irak. ¡Hay esperanza!

¿No es todo esto motivo suficiente para creer que la ciencia y la tecnología pueden ayudar a aliviar el sufrimiento humano y no a causarlo? ¿Son todos estos acontecimientos motivos suficientes para repensar el futuro que cada quien lleva durante su paso por este mundo temporal? ¿Alcanza toda esta realidad para ablandar conciencias y corazones? ¿Qué cosa buena podemos decir hoy, que construya la paz y no nos destruya?

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